Yanirha, una joven de 24 años que fue una menor extutelada en un piso de acogida: "El camino es largo y duro"

Más de 17.000 menores tutelados, que podrían ser acogidos por familias, viven en centros residenciales en España
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Este sábado, 31 de mayo, es el Día Mundial del Acogimiento Familiar. En España, 18.097 menores del sistema de protección crecen en familias y 17.112 menores tutelados lo hacen en centros residenciales, según los últimos datos del Ministerio de Juventud e Infancia.

Las entidades sociales realizan un llamamiento a las administraciones para promover campañas de sensibilización, visibilización e impulso de esta realidad, que permanece oculta para la mayoría de los ciudadanos.
La edad que predomina entre los menores tutelados que crecen en familias es de 11 a 14 años, seguido del grupo 7 a 10, y no existen diferencias relevantes entre el número de niñas y niños. Cabe destacar que se ha registrado un descenso del acogimiento familiar del 6% en cinco años.
Yanirha: "Somos un diamante en bruto"
Yanirha tiene ahora 24 años y fue una menor extutelada en un piso de acogida, "sin familias y sin nada". Es la mayor de cinco hermanos. Con 12 años, vio cómo los más pequeños se separaban de ella y de su hermano de 10 años.
"Nos dijeron que nos llevaban a una casa llena de juguetes y que allí estaríamos mejor", asegura. Protegió como una madre y creció como una hermana que, al cumplir la mayoría de edad, lo hizo con la maleta en una mano y la incertidumbre en otra.
"El camino es largo y duro porque no sólo va a tener una época de preadolescencia, de primer amor, del primer desamor. Es duro, pero luego en el fondo somos un diamante en bruto", destaca Yanirha.
El ejemplo de la familia Martín Ibáñez
En la familia Martín Ibáñez, si ya son muchos, acogen a una más en su hogar. "Donde caben siete u ocho caben nueve", afirma, sonriente, María. Esta madre señala que existe "mucho nerviosismo al principio" y que "te entran esas dudas de si le caeremos bien".

Desde hace dos años y medio, son el apoyo y el calor familiar de una menor de 13 años. "Nosotros siempre le decimos que vamos a estar aquí pase lo que pase y haga lo que haga", señala. Son parte de la oportunidad que le permite crecer como una niña y aprender como familia.
"Aprenden a valor lo que tienen y a dejar de quejarse por lo que no tienen, aprenden que hay otras realidades que no son como la suya, aprenden que no les tiene que ser indiferente el sufrimiento y la soledad de los demás y que todos podemos aportar nuestro granito de arena", añade María.