Lourdes Carbó se dedica a diseñar experiencias para clientes de alto standing y que solicitan un pack básico con jet privado, villa, chef, varios vehículos, yate y campo de golf
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Una experiencia en el horizonte, ni siquiera un destino. Así comienzan la gran mayoría de vacaciones de las personas más ricas del mundo. El lugar puede ser importante o no. El momento también. Lo único imprescindible es saciar la sed de vivir situaciones diferentes, inspiradoras, placenteras o, sencillamente, divertidas.
Puede ser un concierto, un reto, una transformación personal, reconectar con la familia o visitar un rincón del mundo al que pocos o muy pocos tienen acceso. Ellos no buscan sólo unas vacaciones. Y, por supuesto, están dispuestos a pagar lo que haga falta para conseguirlo.
“Cuando empezamos a diseñar unas vacaciones de este tipo de clientes sabemos que el pack básico va a incluir jet privado para viajar al destino, villa, chef, varios vehículos y, en la mayoría de casos, yate y campo de golf“, nos anuncia Lourdes Carbó, responsable de Alberta La Grup, una de las agencias más importantes de España de organización de planes vacacionales para alto standing.
“Es cierto que los vehículos no son lo más importante porque suelen hacer que su personal lleve los suyos propios al lugar de destino. Generalmente, deportivos de altísima gama”, matiza.

Con estos básicos, y un presupuesto mínimo aproximado de 300.000 euros, aunque esta cantidad puede aumentar hasta donde llegue la imaginación, comienza la preparación de las vacaciones. “Cuando es un gran viaje, proponemos varios destinos al cliente y vamos acotando y generando las experiencias en el lugar escogido. Entregamos lo que busca de forma controlada; a veces no contamos todo, pero presentamos el plan como a un niño de 10 años para que lo entienda”, explica antes de continuar con un ejemplo muy esclarecedor.
Al Sáhara en soledad
“Recuerdo a un cliente que quería un viaje en soledad antes de reunirse con la familia en otro gran viaje. Le propusimos varios destinos, entre ellos el Sáhara, ya que buscaba buena fotografía, comida saludable, meditar, ausentarse…. Y le encantó la idea así que hablamos con un sherpa, con expertos locales, y le llevamos a cierta zona donde pudo vivir lo que él quería. No fue fácil la logística ya que hay muchos lugares que no son seguros y no podíamos exponer al cliente a ningún riesgo”.
Y tras el ejemplo de alguien que busca la soledad nos topamos con el contrario, en el que “algunas familias, durante un verano, planifican cuatro o cinco destinos como ir a ver a amigos en Mallorca, luego ir en pareja a Grecia, seguir con algún lugar de fiesta y terminar con algo de montaña”.
Un aspecto a tener en cuenta cuando imaginamos este tipo de vida y de vacaciones es que, con presupuesto prácticamente ilimitado, no tienes porqué condicionar tu disfrute a una única época del año. “Nuestros clientes viajan todo el año; aunque los niños estén escolarizados, tienen programas especiales para adaptarse. En muchas ocasiones pasan seis meses aquí y seis meses allí”.
Nuestros clientes viajan todo el año; aunque los niños estén escolarizados, tienen programas especiales para adaptarse
Como ya hemos apuntado, el dinero no es un problema así que tampoco debe serlo la época del año o la distancia al destino. Lo importante es la experiencia. “En un caso el proyecto superó el millón de euros. Se trató de un viaje motivado por un evento social, con 25 amigos y varios conciertos privados. Solo los honorarios de los artistas y riders ya elevaron mucho el coste”, rememora Lourdes.
“En muchas ocasiones, la capacidad económica facilita el acceso a agendas, pero muchos detalles no implican un gasto extra al cliente más allá de nuestros honorarios. La ventaja es que nosotros organizamos todo y garantizamos que funcione impecablemente, con planes B y C”, continúa.

Esto supone que, por ejemplo, la agencia reserva mesas en tres restaurantes distintos sin saber a cuál de ellos va a decidir ir su cliente. “Cuando nos dice cuál prefiere, cancelamos los otros, pagamos la penalización del lugar y del chófer pertinente, y seguimos con el plan. Los trabajadores cobran lo mismo hagan el trabajo o no”.
Cierto es que el dinero no lo puede comprar todo. Hay excepciones. Pocas, pero las hay. “Recuerdo un cliente que quería ofrecer a sus invitados diez días de comidas preparadas en su villa por chefs con estrellas Michelin de todo el mundo. Le propusimos una lista y él aportó todos los nombres de los chefs que deseaba. Conseguimos nueve, pero el décimo estaba en China, con contrato en un hotel de cinco estrellas, y no podía ausentarse para atender a nuestro cliente”.
En busca del chef
Pero hay quien no acepta un no por respuesta: “Como no lo logramos, el cliente tomó un avión directamente para hablar con el chef en China. Quería contratarlo personalmente, pero no pudo. El dinero te permite acceder a cosas, pero no te las garantiza todas”.
En la era de las redes sociales y la máxima exposición, este tipo de vacaciones se enmarca en un lugar poco habitual, ya que el postureo no tiene cabida. Simplemente, no tiene sentido o no está permitido. De ahí que haya experiencias que algunos ni siquiera podemos imaginar. “Diseñas el viaje de tus sueños y puede que quieras presumir de ello, pero muchas experiencias quedan dentro del círculo privado. Por ejemplo, se puede cenar en la Capilla Sixtina, tomar el té con la reina en Buckingham (recuerdo a una niña de 12 años que lo hizo) o celebrar un evento privado en la Gran Muralla China, pero ese tipo de experiencias no pueden trascender porque no se puede ofrecer a todo el mundo y pierde exclusividad si se hace público”, nos explica Lourdes Carbó.
Para este tipo de experiencias cobran importancia los contratos de confidencialidad, con cláusulas prohibitivas y relativas a la geolocalización, el uso de las redes sociales o las filtraciones a los medios de comunicación.
Sin embargo, no todo lo que un cliente pide se lleva a cabo. Hay límites. Algunos los pone la propia agencia: “Si no es ético, no lo hacemos. Ya no proponemos actividades como nadar con delfines o interactuar con animales en determinados lugares. Además, hay una creciente preocupación por la sostenibilidad y minimizar la huella de carbono, con lo que intentamos no contaminar de manera absurda”.
Si no es ético, no lo hacemos. Ya no proponemos actividades como nadar con delfines o interactuar con animales en determinados lugares
Otros límites los establece la sociedad: “Un cliente se casó en Venecia y no pudo reservar la isla entera debido a presiones externas”, narra Lourdes.
Una cosa queda clara cuando uno habla con Lourdes y es que España es un destino idílico para este perfil de clientes. Podrían permitirse descansar en cualquier rincón del mundo, pero “España tira mucho, muchísimo. Se enamoran de nuestro estilo de vida”.

En verano, por supuesto, zonas como Ibiza, pero también Mallorca y Menorca. Aunque no sólo de islas viven los ultrarricos: “Recuerdo una familia que alquiló una villa en el Ampurdà. El padre se acababa de comprar un Aston Martin y su máxima ilusión era conducirlo él solo por las carreteras de Ronda. Podría haber pilotado en el circuito del mundo que hubiera querido, pero se fue a Ronda, se comió un bocata de jamón y volvió sin que nadie supiera quién era”.
Podría haber pilotado en el circuito del mundo que hubiera querido, pero se fue a Ronda en su Aston Martin, se comió un bocata de jamón y volvió sin que nadie supiera quién era
Él, por lo menos, condujo de vuelta. Hay quienes hacen su ruta de ida y encargan a Lourdes un helicóptero para que les recoja en su destino y regresar volando. Por supuesto, también solicitan personal para llevar los lujosos coches de vuelta a casa.
También hay quien viene a España pero no elige ni isla ni península y se decide por el mar para un evento de lo más especial. “Un cliente hizo la petición de mano en una embarcación: usamos un velero para ellos y un catamarán para la familia y los amigos”, rememora.
Hay solicitudes que no por repetidas una y mil veces se pueden convertir en realidad. Y es que muchos de los clientes que se acercan a Alberta La Grup quieren tanta intimidad que les gustaría tener nuestras playas para ellos solos. Pero eso no es posible: “Ojalá pudiéramos cerrar playas y convertirlas en privadas en España. Eso sería un boom. Pero no se puede, así que los clientes se tienen que aguantar. Es cierto que en Menorca, aunque ninguna playa se cierra, hay alguna que el acceso es a través de una finca privada o en barco, pero son contadas”.
Ojalá pudiéramos cerrar playas y convertirlas en privadas en España. Eso sería un boom
Como ya hemos dicho, no todo se puede conseguir con dinero. Sirva para refrendarlo un último ejemplo: “En 2011 organizamos tres de las últimas cenas de El Bulli y me consta que ofrecieron cheques en blanco a Ferrán por alguna más pero él dijo que no. Podemos tener un precio según el momento y la persona, pero hay gente íntegra. Los íntegros continúan; los demás entran y salen. Quiero creer que no todo el mundo tiene un precio… pero me cuesta hacerlo”.


