Tirar una colilla o un chicle, hasta ahora, no importaba mucho. Pero después de la información que pueden transmitir puede que no pensemos igual. Heather sale a las calles de Nueva York en busca de material genético arrojado al suelo. En el laboratorio, combina ciencia y arte con el objetivo de demostrar cuánta información genética tiramos. Primero, extrae el ADN, toda la información genética de esa persona: raza, sexo, color de ojos, tono de piel e, incluso, si tiene pecas. La información entra en un programa bioinformático para salir en tres dimensiones. El retrato en 3D lo hace realidad una impresora. La artista avisa: cuidado con lo que tiramos, es información de nosotros mismos.