Todo comenzó con síntomas parecidos a la gripe que llevaron a Kayleigh Gilbert a acudir al hospital. Su salud comenzó a empeorar tanto que a penas podía salir de la cama, y tras varios análisis, fue diagnosticada con leucemia. Lo primero en lo que pensó, según asegura Mirror, es "menos mal que me ha pasado a mí y no a mis hijos", aunque asegura haberse preocupado mucho cuando comenzó el tratamiento porque no quería asustar a sus hijos con la pérdida de su cabello.
Tras varios años de lucha, acabó con su enfermedad, pero las malas noticias continuaban: no podría concebir, de nuevo, un hijo de forma natural. Pero, tres años después, un fuerte dolor estomacal volvió a llevar a Gilbert al médico. Su cabeza no dejó de pensar en que el cáncer había regresado, pero su sorpresa llegó cuando le dijeron que se trataba de un bebé. La mujer estaba embarazada de casi cinco meses.
Hoy, la mujer y sus hijos son completamente felices, contra todo pronóstico médico.