Celos, traición y una mujer rota: lo que se escondía tras el crimen de Ardines

telecinco.es 04/03/2019 14:05

Los celos de Pedro Nieva hicieron que todo estallase. Las sospechas de la infidelidad de su mujer le llevó a espiarla, a poner cámaras en en su vivienda, a controlar su teléfono, todo con tal de descubrir una verdad que le era esquiva. Su mujer, Katia se dio cuenta y avisó a su amante de que su marido sospechaba, la controlaba.

Su control llegó al punto de dejar su móvil grabando debajo de una servilleta en una mesa de un restaurante mientras él se ausentaba al servicio. En ese momento, una conversación entre los amantes dio a Pedro las claves que le faltaban para cerrar el círculo y confirmar sus más terribles presagios.

El carácter de Pedro se volvió insoportable. Continuas broncas y peleas con su mujer y el reproche de la infidelidad sobrevolándolo todo como el día 15 de agosto, horas antes del presunto asesinato de Javier, cuando el matrimonio se intercambió duros mensajes a través de whatsapp en los que los celos ya estaban ahí como el germen de lo que ocurriría después.

Lo que no sabía Pedro es que la relación entre su mujer y Javier Ardines había comenzado treinta años antes, cuando ella solo tenía 17. Lo descubrió de labios de la jueza que instruye el caso y él se quedó mudo, tanto que no siguió declarando. Pensaba que la relación amorosa era reciente y empezó a sospechar por los viajes de su pareja sola a su casa de Belmonte de Pría, próxima a Llanes y a escasos metros de la casa de Ardines.

Pero los celos llevaban ya meses acosando a Pedro. Su carácter "violento y agresivo" le llevó a poner en marcha su venganza contra ambos amantes por lo que a través de un intermediario contrató los servicios de dos sicarios del País Vasco, cerca de donde el matrimonio residía.

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