El domingo trece de enero Julen cayó a un agujero de 100 metros de profundidad y solo 25 centímetros de ancho en un cerro de Totalán mientras jugaba en una jornada campestre y familiar. Comienzan las labores de rescate con un operativo compuesto de 100 personas. Un robot succionador empieza las labores de búsqueda pero a los 73 metros de profundidad se topa con algo duro.

En el pozo tras la caída del niño se ha formado un tapón. Se cree que Julen está debajo. Eso y la inestabilidad del terreno impiden que se pueda succionar muy fuerte.

El martes 14 hallan una bolsa de chucherías que podría pertenecer al niño.

Parece increíble que un niño, aunque sea de solo dos añitos, pueda caer por ese orificio y que no haya ni rastro de él. Surgen dudas sobre la posibilidad de que no esté ahí. Sus padres repiten hasta la saciedad que lo vieron caer y lo oyeron llorar.

Las máquinas trabajan contra reloj mientras pasan los días. Hacen un túnel vertical y otro paralelo al pozo de al menos 50 metros aprovechando la ladera de la montaña, siempre pensando que Julen está vivo. El padre, Jose, pide más medios “para que mi hijo salga de ahí lo antes posible”. Desesperado asegura que su otro hijo, Oliver, que falleció en 2017, “es un ángel que lo ayuda desde el cielo”.

El miércoles 16 de enero viajan a Totalán mineros de Asturias, un cuerpo de élite experto en rescates, y expertos suecos en geo-radar. Además, pruebas de ADN de pelo del pequeño encontrado en el pozo ratifican que está en el interior del pozo.

El pueblo de Totalán se vuelca con Julen. La noticia da la vuelta al mundo. Ocupa páginas de diarios internacionales y minutos en televisiones de medio planeta.

La inestabilidad del terreno ralentiza la excavación horizontal el jueves 17 y se proyectan dos túneles verticales hasta llegar hasta el niño. Mientras la ola de solidaridad recorre España, una gran perforadora se dirige al cerro. Es el viernes 18. Hay que rebajar el terreno 25 metros para horadar el primero de los túneles. Ya son 300 las personas que forman el equipo de rescate: Hay ingenieros, bomberos, médicos, técnicos, guardias civiles...

El equipo de búsqueda no desfallece: “Es como si Julen fuera nuestro hijo”.

Sin embargo, el fin de semana surgen nuevas complicaciones. Se encuentran con una roca de grandes dimensiones. En la mañana del lunes 21, solo quedan 10 metros por perforar y para que los mineros de Asturias puedan empezar a hacer su labor, la de excavar manualmente hasta donde se supone que está Julen.

Por fin se acaba la perforadora acaba el túnel el lunes a las 20.30 horas. Los técnicos se pasan la noche encamisando el túnel y rellenándolo para que los mineros, que siguen muy de cerca todo el trabajo, puedan bajar a excavar a mano.

El rescate sufre otro parón. El martes 22 por la mañana, al intenrtar encamisar el túnel vertical los técnicos detectan una variación de la perforación y los tubos no pasan. Hay que sacarlos para volver a perforar ante el riesgo de que el equipo de mineros se quede atrapado si baja en esas circunstancias.

El miércoles 23, el rescate parece entrar en su fase final después de que se volviera a perforar el túnel vertical. Tras ello, se ha encamisado con los tubos que protegerán a los mineros en la bajada hasta Julen, que se prevé para las próximas horas.

Terminado el entubado, el jueves 24 desde primera hora se trabaja en todas las medidas de seguridad para que los mineros asturianos puedan bajar a cavar a mano los últimos metros hasta llegar al niño y sacarlo de allí.