La Fiscalía del Tribunal Supremo tacha de auténtico despropósito la absolución del acusado del doble crimen del Almonte
Almonte reclama justicia pero hay dos partes enfrentadas. Francisco Javier Medina, libre y eufórico cuando el TSJA le aseguró la libertad, y Marianela, madre y esposa de las víctimas, ilusionada ahora porque la Fiscalía del Supremo pide la anulación del juicio y recrimina a ese Tribunal Superior porque inventó argumentos y hechos para defender a un juez y a un jurado popular que lo dejó libre con un veredicto que tacha de auténtico despropósito.
La piel de Francisco Javier Medina estaba en tres toallas. En tal cantidad que solo pudo llegar a ese lugar por contacto directo; lo dijeron los peritos oficiales y lo repite la Fiscalía del Supremo, que ha visionado cada sesión del juicio. El jurado prefirió creer a un perito pagado por la defensa con una elucubración “sin asidero fáctico”, descabellada e infundada porque no tuvo acceso a las toallas ni al ADN. ”Es una simple conjetura del perito pagado por la defensa”. Darle validez a esa prueba más que a la de los peritos del Instituto de Toxicología fue “una valoración arbitraria e irracional del jurado”.
La misma irracionalidad, dice la Fiscalía, que demostró el jurado cuando silenció seis testigos que no vieron a Medina en el trabajo durante la hora de los crímenes. El principal, un encargado de controlar la salida de los trabajadores. No le vio salir con el resto porque se había marchado antes. Una cámara lo captó a las 21:00 y durante una hora hasta el cierre del supermercado ya no lo grabó más. “No hay ningún testigo que lo viera después de las 21.40” “Tuvo 22 minutos para cometer los crímenes”. Sin embargo los nueve jurados eligieron a otros dos testigos, dos trabajadoras, una exnovia del acusado y la otra amiga, que sí dijeron que lo vieron, cada una en un sitio distinto a la misma hora.
La Fiscalía insiste en las pruebas que el jurado desechó sin motivación; la huella del guante del supermercado, la de una zapatilla de su número, y la sangre de las víctimas en su maletero que el perro de la Guardia civil olió. También destaca el carácter pasional de los crímenes, con más de 200 puñaladas, y el hecho de que se conocían. Por todo eso y por la ausencia de motivación de las pruebas no valoradas y de las valoradas pide que se celebre otro juicio con otro magistrado presidente.