La localidad murciana de Beniel despide al pequeño Cristian. Multitudinario funeral con visibles rostros de desolación. El féretro es portado a hombros hasta la iglesia y junto a él todo un pueblo acompaña a Laura, una madre rota por el dolor. Hasta los compañeros del menor asisten para darle el último adiós.
Cristian fue asesinado por su padre. Le asestó varias puñaladas y después se quitó la vida. Él y su hermano estaban a cargo de su madre pero habían acordado que los martes y los jueves los pasaran con él. Fue Laura la que alertó a la policía al cumplirse la hora y no dar señales de vida.
David, el presunto parricida, estaba separado de su exmujer desde hace dos años. Sobre él pesaban dos condenas desde junio, una por acoso y la otra por quebrantar una orden de alejamiento. Indicios más que suficientes como para poner el foco sobre él pero nunca entró en prisión ni se impusieron medidas de protección para los niños porque, tras un test policial, se estableció que el riesgo era medio.
El Defensor del Pueblo pide una investigación para esclarecer si este parricidio se podía haber evitado. Considerado ya como un caso de violencia doméstica, es el segundo en lo que va de año.