"Mi marido estaba trabajando en el campo y mi plan era que mi cuerpo estuviera perfecto cuando él volviera", explicó Gemma, de 30 años, en el programa de televisión 'Last Chance Salon'. Para ello, ahorró el dinero suficiente para irse a una clínica en Polonia, pero su sueño se tornó en pesadilla al poco de entrar al quirófano.
"Me desperté durante la anestesia y no podía moverme. Fue horrible, estaba intentando abrir los ojos", comentó esta madre de tres hijos. "Los médicos se dieron cuenta de que no estaba completamente dormida cuando me dieron arcadas por el tubo que tenía en la garganta", añadió en el programa.
Pero no todo quedó ahí. Al volver a Inglaterra dos días después de su operación, los tejidos de su abdomen comenzaron a gangrenarse y tuvo que ser conectada a una máquina que succionase toda la zona infectada, lo que dejó su vientre absolutamente desfigurado.
"Parece como si hubiera sido mordida por un tiburón. La cicatriz está toda arrugada, mi ombligo está demasiado alto y fuera de su sitio. Una zona está hinchada, es un desastre, es horrible", explica horrorizada Gemma.
A su paso por el programa 'Last Chance Salon', uno de los presentadores recalcó lo que ya se temía la joven británica, que el suyo era uno de los peores casos que había visto, pues todo había salido mal.
Pese a esta inolvidable experiencia en un quirófano, Gemma ha tenido el valor de reconstruir su vientre en un hospital inglés y por fin se siente orgullosa de su figura, su ombligo está en el lugar correcto y su vientre, plano.