“Me encontré con un montón de hombres que subían corriendo por la escalera, vestidos de negro con cascos y metralletas, o pistolones o yo qué sé, que de eso no entiendo. Me asusté muchísimo. El primero me empujó contra un jarrón y me arrinconó, con el pistolón ese apuntándome. Grité, desesperada y muy asustada: '¿Quiénes sois y qué queréis, que os lo doy? ¿Quiénes sois?”, ha contado al diario Levante.
Concepción González, de 59 años, vive en un barrio humilde de Manises, en Valencia, en un dúplex. Aún estaba arriba en su dormitorio, a punto de salir de casa a las ocho de la mañana cuando ha oído un tremendo estruendo. Ella ha pensado que había pasado algo en la cocina y al asomarse a la escalera ha visto a los encapuchados. Los nervios no le han permitido ver que eran agentes de la Guardia Civil, que se habían equivocado de vivienda.
Mientras a ella la dejaron acorralada contra la pared, se metieron en la habitación de su hijo, Francisco Ruiz, de 26 años. El joven ha contado que del estruendo estaba sentado en la cama cuando los encapuchados abrieron su puerta y bruscamente lo tumbaron en la cama y lo esposaron. “Me gritaron preguntándome mi nombre. Se lo dije tres veces, todas las que me lo preguntaron, hasta que al final reaccioné y les dije: 'Coged mi carné, que está ahí y veréis que es mi nombre'”, les ha explicado al diario levantino.
Al comprobar el DNI del joven un agente dijo: ¡Vámonos, que nos hemos equivocado de piso”. Buscaban al vecino del 16ª. Esta familia vive en el 16B. Como les separa una escalera, el hombre al que buscaban no se ha enterado de nada y han podido detenerlo. Está acusado de tráfico de drogas.
Pero a Concepción y Francisco, además del susto en el cuerpo, les han dejado sin puerta. La Guardia Civil ha reventado la suya y han tenido que poner una nueva. Un roto para una familia con el padre en paro.