Guerra sin cuartel contra el fuego

Antonio Gil 02/09/2012 11:34

En total, y de momento, 166.000 hectáreas, mil seiscientos millones de metros cuadrados. Casi como si hubiera ardido entera la provincia de Guipúzcoa. Una cantidad de espacio que hubiera sido mucho mayor sin la intervención de los equipos antiincendios. Y, entre todos ellos, destaca la Unidad Militar de Emergencias (UME), que este año ha multiplicado por cuatro sus intervenciones, medios y efectivos para luchar contra el fuego. El peor verano en sus 6 años de historia.

Entramos en el Centro de Operaciones de su Cuartel General, en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid). Entre todas las pantallas de control destaca una: el mapa de España completamente rojo, en alerta máxima, con lo que eso significa. "Pues que vamos a tener un día complicado”, nos explica el teniente coronel Antonio Fernández-Taviro Criado, jefe de operaciones del Estado Mayor de la Unidad Militar de Emergencias. “Lo que pasa es que esa situación, desde mediados de mayo hasta mediados de octubre, es el mapa que estamos viendo siempre".

Desde dos salas se hacen los seguimientos en tiempo real de todos los incendios, de todas las intervenciones que lleva a cabo la UME en cualquier lugar del mundo. "Se puede saber en el momento dónde están los vehículos”, señala el teniente coronel Fernández-Taviro, “dónde están los medios, cuándo se está quedando sin gasolina, cuándo se están quedando sin agua o cuando se están quedando sin espumógeno".

Los cinco batallones de la UME tienen un elemento de primera intervención que está previsto para salir en cualquier momento. La avanzadilla tiene un tiempo de respuesta de 15 minutos. Es el elemento de reconocimiento, los que llegan primero a la zona para evaluar la situación. En una hora tiene que estar saliendo el equipo que tiene capacidad completa para intervenir. Tienen marcados los tiempos de salida y también los de llegada. En menos de 4 horas tienen que estar ya trabajando en la zona. Y lo consiguen.

Marbella (Málaga) y Robledo de Chavela (Madrid) son los dos últimos incendios en los que han intervenido. Los de La Gomera (Islas Canarias) y Cortes de Pallás (Valencia) les han resultado los más complicados, los que más efectivos han tenido que movilizar al mismo tiempo. En la sierra de Gata, en Cáceres, sufrieron su primera baja en acto de servicio, el cabo primero Alberto Guisado. Ha sido el tercer muerto en la unidad. El riesgo resulta más que evidente, de ahí que sus 3680 miembros estén preparados a conciencia. Todos tienen que llevar a cabo 5 meses de instrucción específica. Y un entrenamiento diario. "Todos los componentes de la Unidad Militar de Emergencias, desde el general al último soldado, tienen que superar unas pruebas anuales", nos comenta el comandante José Miguel Fernández Romero, de la sección de operaciones del Cuartel General de la UME. "Si no pasan esas pruebas pueden causar baja en la unidad".

Es la más exigente, pero también la más demandada entre los propios militares, con 17 peticiones por vacante. Y la que mayores reconocimientos está cosechando entre los ciudadanos. "Esa gratificación que tiene un militar y la satisfacción del deber cumplido pues es muy directa y muy cercana", indica el comandante Fernández Romero, "y además supone un aliciente para estar cada día mejor preparado". Por eso es cada vez más solicitado y no sólo para incendios. Su campo de actuación es todo tipo de emergencias. Rescates, inundaciones o terremotos, como el de Lorca o Haití, su primer intervención internacional. De hecho, tienen la capacitación de Naciones Unidas, junto a los bomberos de la Comunidad de Madrid, para actuar en cualquier emergencia y en cualquier rincón del planeta. Colombia, Ecuador, Perú o Chile están trabajando con ellos para crear sus propias UMEs. Una unidad conjunta de las Fuerzas Armadas joven, creada como tal en 2006, pero valorada ya en todo el mundo. Reconocen que no sabían si iban a estar a la altura. Después de todo este tiempo, tienen ya claro que lo han conseguido.