Un mar expansivo y todavía agitado dificulta la búsqueda del marinero desaparecido en Palamós, Girona. El hombre intentaba amarrar el barco en el que trabajaba cuando la corriente lo arrastró. Las gigantescas olas provocadas por la borrasca Gloria se adueñaron de la costa. “Eran de más de 8 metros”, cuentan los vecinos de la zona.
Ni los diques han servido para contener su fuerza. Las olas impactaron también contra unas naves en las que se guardaban embarcaciones, llegando a derribar sus muros de hormigón, dejando la estructura muy débil como para soportar las rachas de viento que han seguido soplando en la zona.
Más al norte de la comarca, en Llafranch, siguen los destrozos de una borrasca que parece haber desplazado la playa. La arena se ha extendido hasta aparecer dentro de algunos negocios: “Se ha metido toda la arena y se ha roto un vidrio”, cuenta una afectada.
Pese a todo, todavía hay quien comete imprudencias desafiando al mar cuando la provincia continúa en alerta. Aunque se debilita, Gloria no da tregua.