La Guardia Civil le puso a la operación un nombre de película porque la historia lo merecía: Operación Black. Hablamos de una investigación sobre una serie de envenenados y robados después de haber consumido “burundanga”. El método, tristemente conocido en algunos casos de agresiones sexuales, era anular la voluntad de las víctimas y poder proceder a sustraerles diferentes cantidades de dinero.
La operación se inició en octubre de 2018. Y no deja de ser cinematográfico el hecho de que fuera la autora de los envenenamientos presentó denuncia en dependencias de la Guardia Civil por haber sufrido una supuesta extorsión a manos de dos individuos que le exigían una deuda de más de 200.000 euros. Pero los policías se dieron cuenta rápido de que la mujer no estaba diciendo toda la verdad y que entraba en contradicciones. Creyeron desde un primer momento que estaban siendo testigos de una denuncia falsa.
Investigando pistas llegaron a la conclusión de que cuatro personas habían ingresado en el Centro Hospitalario de León presentando síntomas similares (midriasis, sequedad bucal, dificultad de coordinar movimientos y habla, disminución de la consciencia y lo más importante, cierto nivel de amnesia), y que además habían notado la desaparición durante el episodio de una cantidad de dinero. Y qué era lo que conectaba todos los casos.
La presencia de una mujer momentos antes de sufrir los síntomas se repetía. A comienzos del mes de enero se dio otro caso con robo incluido. La mujer sospechosa estaba ya siendo vigilada y tras entrar y registrar su domicilio encontraron pruebas de la compra de burundanga, según desvela León Noticias. El juez ha decretado prisión preventiva para la investigada a la que se le acusa del envenenamiento de 7 víctimas. En total, las sustrajo cerca de 41.000 euros.
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