Al principio, cuando el delfín Gaspar comenzaba sus maniobras de acercamiento a la embarcación, parecía un juego. Sin embargo, en poco tiempo la situación comenzó a adquirir tintes peligrosos, unos momentos de tensión en un cuerpo a cuerpo con el equipo de regatistas. "Nos dio un golpe en el costado, tiró al patrón dentro del barco". El gran susto se contagió también a los espectadores, que entre gritos les decían que utilizasen los remos para defenderse, impresionados por sus 400 kilos de peso.
"La preocupación que tenían ellos es que cualquier momento la embarcación volcase y cayese un deportista al agua", cuenta uno de los testigos.
Afortunadamente, todo quedó en una anécdota. El saldo, un competidor golpeado por un palazo mal obrado y un remo roto.