“Cuando un profesor se siente acosado o agredido se resiente la educación”

Esperanza Buitrago 05/10/2018 13:50

El Defensor del Profesor, dependiente de ANPE, elabora cada año un informe que recoge la situación de violencia que sufren los profesores en el desarrollo de su trabajo. El último informe recoge que un cambio en la tendencia a la baja de los casos de violencia. Los más de 2.200 profesores atendidos en el curso 2016-2017, supusieron un 15% más de casos que el año anterior.

Las agresiones y amenazas de alumnos a profesores se multiplicaron por cuatro, según el informe de 2017. Pasaron de representar un 3% el curso anterior a un 12%. Y el llamado ciberacoso –grabaciones, fotos…- supuso un 20%.

Los profesores también tienen problemas con los padres. El acoso y amenazas de padres a profesores está en torno al 29%. Las agresiones de padres a docentes se mantiene en el 3%. Esta semana hemos conocido el caso de un padre detenido por pegar al profesor de su hijo en Sgunto, Valencia. La figura del profesor es autoridad pública desde que se aprobó la LOMCE en el año 2013, sin embargo, los profesores reclaman que se desarrollen este aspecto de la ley.

Cuando un docente es acosado o agredido sufre serias consecuencias para la salud. El 9% de los profesores atendido por el Defensor del Profesor presentó depresión y en muchos casos implicó la baja laboral. Todo esto implica que baja la calidad del trabajo del profesional. “El derecho a la educación se resiente si no se mejora la convivencia. Si un profesor se siente acosado o agredido se resiente la educación”, advierte Nicolás Fernández, presidente de ANPE.

Fernández invita a hacer una profunda reflexión de por qué ha aumentado la violencia en las aulas. “La escuela reproduce todo lo que hay en la sociedad”, señala.

Desde ANPE reclaman que se reactive el Observatorio estatal de la convivencia escolar, que se elabore un programa de prevención del acoso y de detección precoz y que se cumplan los decretos desarrollados ya por las distintas comunidades autónomas. Además, exigen que la ansiedad, la depresión y el estrés se reconozcan como enfermedades profesionales.