Adiós a esta imagen en las cocinas de Suiza. A partir del 1 de marzo los crustáceos, entre ellos la langosta, ya no podrán morir vivos en agua hirviendo. Esta práctica tiene su motivo y es que antes de pasar a los fogones suizos tendrán que ser aturdidas. Los helvéticos quieren mantener a las especies acuáticas en su entorno natural. Tampoco podrán ser transportadas sobre hielo o agua helada, algo que ya dictaminó también la justicia italiana en junio.
Una sensibilidad que plantea un debate social. Al no tener un sistema nervioso centralizado las sensaciones de las langostas son más difusas. Pero, ¿realmente sufren estos animales?. "La legislación desarrollada hace unos años en materia de animales de laboratorio sólo contempla este sufrimiento en vertebrados y cefalópodos", explica el zoólogo Eduardo López. No lo ven así los activistas, que aseguran que muchos estudios avalan que los crustáceos también sufren.