A los turistas parece no haberles importado que en Madrid el tiempo no acompañe en Semana Santa. Les da igual que la niebla cubra los rascacielos o que en cualquier esquina te puedas calar de arriba abajo, salpicado por un coche.
Madrid con lluvia también tiene su encanto y los termómetros ayudan: esta mañana marcaban 11 grados.
Aunque, si la lluvia no gusta, los museos siempre son una alternativa. De hecho, esta mañana, la cola para entrar en el Prado era kilométrica.
Y cola también para subir a los autobuses turísticos, desde los que se puede ver la ciudad, calientes y sin mojarse.