2.000 vecinos se concentran para echar a unos okupas en Santurce

  • Quienes viven en las casas dicen que tienen contrato

  • Un gran despliegue de la Ertzaintza genera momentos tensos

  • Ya echaron a los okupas de la casa de una anciana en Portugalete

Más de 2.000 vecinos se concentraron ayer por la noche frente a unas viviendas okupadas en la localidad vizcaína de Santurce. La tensión entre la Ertzaintza y los vecinos, que querían presionar para que se marchen los okupas, creció a lo largo de la noche.

Durante el acto de protesta se produjo un gran despliegue de la policía autonómica vasca, que estableció un cordón policial frente a las viviendas de Santurce. Algunos de los vecinos declaraban hoy que llegaron a contabilizar 21 o 22 furgonetas policiales, lo que en su opinión resultaba “excesivo”, ya que era “una manifestación pacífica”. Otros se quejaban porque la concentración quedó dividida, ya que la Ertzaintza se situó entre dos bloques de manifestantes.

Su objetivo era el mismo que el de la semana pasada en Portugalete, cuando lograron que quienes habían okupado la casa de una vecina de 94 años se fueran. Sin embargo, hoy una de las vecinas cuya casa está ocupada cuenta que la situación es muy diferente y se mostraba escéptica ante la idea de lograr un desalojo. En este caso, no solo es una familia como en Portugalete, son un total de seis familias que ocupan tres viviendas de dos edificios colindantes.

La casa de Isabel la ocuparon el dos de septiembre, tras un incendio y una inundación las reformas de su vivienda finalizaron tras más de un año, ella misma contaba hoy “no estaba desocupada”, “en lugar de estrenarla nosotros la estrenan ellos”, añadía. Isabel interpuso una denuncia para recuperar su casa, aunque de momento ha declarado no tener cita. Su abogada le ha comunicado que tendrán noticias a partir de los cuatro meses.

Los vecinos del bloque declaran que la situación es insostenible, una de ellas nos cuenta que en un principio la presencia de los okupas se notó en la suciedad del edificio, pero que la situación empeora según pasan las semanas. A la suciedad se han sumado amenazas “hay denuncias por amenazas de muerte”, nos confirma. Ella misma admite haber llegado a temer por la vida de su madre, residente en el edificio.

A este temor por su integridad se suma Ana, otra de las vecinas del bloque, que hoy contaba algunos de los episodios violentos que se han vivido en el edificio. Ella misma llegó a recibir amenazas cuando un día, alertada por un ruido en el portal, bajó desde su piso a pedir explicaciones. Uno de los hombres que viven en las viviendas ocupadas había roto un cristal de las zonas comunes, Ana fue increpada al preguntar qué había pasado, “no había nadie y yo temí por mi vida en ese momento”, cuenta hoy. Además, dice que día a día la situación es muy difícil, “chillan por la escalera, pegan portazos, no saben cerrar una puerta normal”.

Por su parte, las personas que están en las viviendas han colgado carteles en los que aseguran que no son okupas y que pagan el alquiler. “Tenemos contrato. No somos ocupas”, puede leerse. Mientras, desde las calles los manifestantes declaran que seguirán protestando para que las familias afectadas recuperen sus viviendas.