La viuda negra del bidón, una mentirosa compulsiva que cazaba hombres

  • Siria María Quevedo se inventaba vidas para cazar a los hombres

  • Fría y calculadora, tenía planeado cada paso

Siria María Quevedo es según la fiscal una mentirosa compulsiva y una embaucadora además de presunta asesina. Se inventaba vidas para cazar a los hombres. Cuando conoció a Daniel la primera mentira fue decirle que era policía, la segunda que su hijo, fruto de una relación anterior, era su sobrino. La familia de Daniel pensaba que era muy fantasiosa pero llegaron a creerla. Cuando la relación con Daniel empezó a resentirse, ella lo retuvo con falsos embarazos. No fue uno, fueron varios. La exmujer de Daniel, con la que él mantenía una relación muy estrecha, ha explicado en el juicio que Dani ya no quería a Sira y que cada vez que se planteaba dejarla, ella fingía que estaba embarazada.

Siria, la 'asesina del bidón', lo tenía todo planeado

La última mentira la llevó hasta el final. Sira no fingió un abortó. Llevaba gemelos y Daniel tenía miedo de que no le dejara ver a los niños si la abandonaba. Cuando llegó la hora del supuesto parto, lo mató, según ella dice de un mal golpe tras una discusión, según la autopsia tenía cuchilladas por el cuerpo. Sira tenía todo planeado. Había comprado el bidón donde esconder el cuerpo. Aunque ella dijo que lo compró el mismo día del crimen, en el juicio está quedando al descubierto que pudo matarlo después. La data de la muerte es muy complicada por el estado de descomposición. Tuvo el cuerpo metido en el bidón durante meses, hasta que le llegó la orden de desahucio y tuvo que volver a al piso de La Palmas para sacar el cadáver con el bidón. Pero ante de eso, nada más matarlo, escribió a la familia de Daniel para explicarles que el parto había sido complicado y los niños no venían bien. Se marchaban a Madrid por cuestiones médicas, anunció. La madre de Daniel buscó en los hospitales, porque en algún sitio tenía que haber parido, pero nunca la encontró. Desde su escondite, Sira buscó la manera de que la familia la introdujera en el chat familiar, haciéndose pasar por Daniel. Nadie había logrado contactar con él desde el supuesto parto. Intentaban llamarle pero ella desde otro teléfono les decía que estaba muy liado en Madrid. Y les mandaba fotografías de internet de niños e incluso, nadie sabe cómo, de ella dándoles el pecho, y fotografías retocadas de Daniel. Todo era falso.

Después de engatusarles les pidió dinero porque tenían que vivir en una pensión en Madrid. La madre de Daniel ya sospechaba que quién escribía esos mensajes no era su hijo. No escribía como él. Así pasaron un par de meses. Hasta que Sira regresó a la isla para sacar el cuerpo con la ayuda de su amiga Vicenta. La Guardia Civil piensa que su amiga sabía lo que llevaba en las manos, Vicenta insiste en que creía que era un perro. Pero el bidón olía terrible, en la casa el olor era insoportable y mientras lo llevaban 20 kilómetros arrastrando hasta el acantilado. Vicenta había comprado lejía para disimular el olor. Está acusada de encubrimiento por esa ayuda después del crimen. Ella ha dicho en la sala que la ayudó por tonta.

Fría y calculadora

Sira ha sido fría y calculadora. No ha dudado al implicar a su amiga. Como tampoco dudó cuando se encontró el cuerpo de Daniel en el mar y fue reconocido por los tatuajes. Los guardias civiles la encontraron viviendo en Asturias, con otro hombre, engañado, al que le había dicho que era azafata y que estaba embarazada de él. Todo mentira. Era su próxima víctima. Los agentes le enseñaron la fotografía del cadáver. Ni se inmutó. “Daniel no estaba en Madrid”, le espetaron. Respondió un lacónico: “Ah, pues no sé”. La viuda negra del bidón había sido cazada.