Cuando adoptamos a una mascota, además de todo lo positivo que nos puede aportar a nivel personal, debemos tener en cuenta una serie responsabilidades que deberemos asumir
A pesar del cariño y simpatía que procesamos a nuestros compañeros peludos, el año pasado en nuestro país se abandonaron 104.688 perros y 33.719 gatos según el informe anual de la Fundación Affinity. Las causas de esto pueden ser varias, pero aún así, la adopción sigue estando entre las últimas opciones de aquellos que buscan acoger a una mascota en su casa. De esos animales abandonados, con suerte, alguno termina en centros de adopción donde son mantenidos muchas veces gracias al apoyo y el dinero de particulares.
Raramente se rescatan animales de centros de acogida, teniendo en cuenta el gran número de abandonos que se producen en este país. A pesar de ello, la adopción cuenta con ciertas ventajas:
Segunda oportunidad. Un animal nunca toma la decisión de ser regalado o de encontrarse solo. Es por esto que merecen un respeto, además de una segunda oportunidad.
No son agresivos. Es común que la gente piense que si un animal se encuentra en un refugio de acogida se deba a una mala conducta del mismo en el pasado. Nada más lejos de la verdad. Los animales de centros de adopción están acostumbrados al trato con otras personas y animales, por lo que suelen ser cariñosos y afectivos.
Dan facilidades. Las protectoras facilitan la adopción a todo aquel que busque cambiar la vida de algún animal. Incluyendo vacunas, chips y sistemas de esterilización. Solo pidiendo a cambio un pequeño donativo para poder continuar con su labor.
Variedad. Es cierto que la mayoría de los animales que solemos encontrar en centros de acogida no pertenecen a ninguna raza determinada y que suelen ser en su mayoría adultos. Pero, aun así, no es difícil encontrar algún cachorro, ya que, por desgracia, muchas veces se abandonan camadas enteras.