La interiorista de lujo que ‘okupa’ mansiones en Madrid: su sofisticado modus operandi
Se presenta como una reconocida diseñadora argentina, paga solo los primeros meses de alquiler y después se atrinchera en viviendas de lujo sin pagar ni un euro
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En 'El tiempo justo', Joaquín Prat abría la tarde con una historia digna de guion cinematográfico: Laura, una supuesta interiorista de lujo argentina, que habría convertido en su modo de vida el okupar mansiones en barrios exclusivos de Madrid.
Según el reportaje emitido por el programa, esta mujer ronda los 50 años y asegura ser “la mejor diseñadora de interiores de toda Argentina”.
Paga tres meses... y no vuelve a abonar ni un euro
Su método es siempre el mismo: alquila viviendas en zonas de alto nivel, adelanta dos o tres mensualidades junto con la fianza, y una vez instalada, deja de pagar. “A partir de ahí, los caseros no vuelven a ver un solo euro”, explicaba Joaquín Prat antes de dar paso al vídeo.
En el reportaje se la describía como una mujer con gran don de palabra, capaz de transmitir confianza y aparentar solvencia, mientras acumula deudas que en algunos casos superan los 60.000 euros. Su excusa habitual, según los afectados, es declararse vulnerable y solicitar abogado de oficio para retrasar cualquier desalojo.
Se presenta impecable, con buenos modales y grandes referencias, pero tras la fachada de interiorista brillante, se esconde una inquilina que ha hecho del engaño su verdadera obra maestra.
Una inquiokupa de lujo
Alfonso Egea analizaban el caso en plató. El periodista recordaba que la mujer habría repetido este patrón al menos en cuatro ocasiones, siempre en barrios de alto nivel como Ayala, Valdebebas o la llamada milla de oro madrileña. “En uno de los casos, cuando el casero le reclamaba la deuda, ella estaba disfrutando de la final de la Champions”, añadía Egea con ironía.
El programa conectaba después con un equipo desplazado a la milla de oro de Madrid, donde el reportero detallaba cómo Laura seleccionaba viviendas de entre 3.000 y 4.500 euros al mes.
“Pagaba la fianza, el primer mes y desaparecía del radar. Luego, cuando llegaba el momento de pagar, se atrincheraba alegando vulnerabilidad”, explicaba. Según los testimonios recogidos, muchos propietarios han acabado pactando con ella su marcha a cambio de condonarle la deuda, hartos de los meses de espera judicial.
Un portero de una finca de la zona confirmaba la preocupación entre los vecinos: “Aquí vive gente de nivel, ejecutivos, familias... y cuando entra alguien así, nos altera a todos. Ya le tengo la cara memorizada por si aparece”.
