El emotivo homenaje de unas nietas a su abuela, que ejerció de madre y padre: “Has luchado siempre por nosotras y te amamos”
Emoción desbordada en ‘El diario de Jorge’ con el inesperado reencuentro de María Rosa y las niñas a las que crio sola
‘El diario de Jorge’ localiza a su hermana mayor, a la que no conocían: “Me ha impactado verlos, aunque para mí son desconocidos”
María Rosa, de 91 años, llegó a ‘El diario de Jorge’ para conversar con Jorge Javier en una de las salitas del programa, sin imaginar que dos de sus nietas, convertidas ya en mujeres adultas, la esperaban al otro lado de la puerta del plató para rendirle el homenaje que llevaba décadas mereciendo.
La historia de María Rosa es la de miles de abuelas de este país. Sus nietas se quedaron a su cuidado siendo apenas unas niñas, y ella asumió desde entonces un doble papel: madre y padre a la vez. Una crianza hecha de sacrificios silenciosos, noches en vela, meriendas improvisadas y un amor tan grande que ayer, por fin, se hizo visible ante toda España.
Con su habitual complicidad, Jorge Javier la fue guiando sin desvelar la sorpresa. “¿Quieres ver cómo están ahora? Ya son mujeres”, le dijo mientras aparecían en pantalla las imágenes de sus nietas. María Rosa no pudo contener el gesto de ternura: “¡Ay, la madre que las trajo! ¡Mira qué bonitas!”.
“¿Sabes dónde están, no?”, insistió el presentador. “En el plató”, respondió ella, divertida y orgullosa, y demostrando que ve todos los días el programa. Y entonces llegó la invitación que desencadenó la emoción: “¿Quieres encontrarte con ellas? Vente conmigo al plató”.
El reencuentro en plató
Al entrar al estudio, la sorpresa se convirtió en abrazo. María Rosa avanzó lenta pero decidida hacia sus nietas, que la recibieron entre lágrimas. “Ay, por Dios… ¿quién me iba a decir que iba a estar aquí en este sofá?”, repetía ella, conmovida.
Las nietas tomaron la palabra: “Te queremos agradecer que hayas hecho de madre y de padre. Que España vea que hay mujeres luchadoras como tú, guerreras, dignas de admirar”.
Recordaron cómo una de ellas llegó a sus brazos con apenas meses de vida: “Has luchado siempre por nosotras y te amamos”. María Rosa asentía, emocionada: “Ya lo sé, hijas mías… ¡qué cosas más bonitas me decís!”.
