El herpes zóster es una erupción de sarpullido o de ampollas que aparece en la piel, provocado por el virus de la varicela. Cuando pasamos esta enfermedad, el virus permanece latente en el cuerpo y puede provocar la aparición del herpes zóster a cualquier edad, aunque es más frecuente a partir de los 50 años o cuando el sistema inmunológico está debilitado.
Entre sus síntomas más comunes encontramos el dolor, picor, entumecimiento, hormigueo o sensibilidad. El sarpullido y el dolor suelen desaparecer entre las dos y las cuatro semanas, pero uno de cada cuatro pacientes sufren neuralgia postherpética, la complicación más frecuente de esta enfermedad.
Qué es la neuralgia postherpética
La neuralgia postherpética es la complicación más habitual del herpes zóster. Afecta a las fibras nerviosas y a la piel, lo que provoca un fuerte dolor que perdura incluso meses después de que el sarpullido haya desaparecido. Esto se debe a que las fibras nerviosas están dañadas, por lo que los mensajes que mandan al cerebro pueden ser equivocados, lo que conlleva la percepción errónea de un dolor constante o intermitente.
El tratamiento de la neuralgia postherpética
Algunos tratamientos pueden ayudar a los pacientes con neuralgia postherpética a aliviar los síntomas. No hay un único tratamiento para tratar esta dolencia, sino que es habitual combinar varios.
Parches de lidocaína: Se colocan directamente sobre la piel dolorida para aliviar el dolor. Contienen lidocaína tópica y se pueden adquirir con receta médica o por venta libre, pero en ese caso la dosis es más reducida.
Parches de capsaicina: Son parches cutáneos que deben ser aplicados por personal cualificado y solo en consulta, después de utilizar un medicamento para adormecer la zona afectada. Este proceso dura al menos dos horas, pero puede reducir el dolor hasta durante tres meses.
Antidepresivos: Algunos antidepresivos inciden en la forma en la que nuestro cuerpo interpreta el dolor, por lo que pueden ser un tratamiento a considerar. Suelen recetarse en dosis más bajas que en los casos de depresión.
Anticonvulsivos: Son medicamentos que estabilizan la actividad eléctrica anormal del sistema nervioso, provocada por los nervios que han resultado dañados.
Analgésicos opioides: Hay personas que deben recurrir a medicamentos contra el dolor que contengan tramadol, oxicodona o morfina. Hay que tener cuidado con ellos porque pueden provocar mareos, sueño o confusión. Además conllevan un riesgo de adicción, por lo que no están recomendados.
En el caso de que existan sospechas de padecer neuralgia postherpética, es recomendable acudir a un especialista. El médico de cabecera podrá recetar un tratamiento o derivar al paciente a un especialista en dolor crónico o al neurólogo.
El herpes zóster presenta una baja mortalidad, pero sus complicaciones, especialmente la neuralgia postherpética, pueden ocasionar discapacidad y afectar a la calidad de vida de quienes lo padecen. Esta enfermedad no tiene cura, ya que es imposible eliminar el virus del organismo pero sí que se puede prevenir.