Sharon Stone, sobre su infancia y su padre en los 60: "Me decía que dejaba ganar a los chicos porque quería gustarles"

La actriz, de 67 años, confiesa que fue en su hogar donde aprendió la importancia de la dignidad propia
Sharon Stone y la libertad de reinventarse después de los 60: “No voy a disculparme por envejecer”
A lo largo de su carrera, Sharon Stone ha sido más que un icono del cine. Se ha convertido en un símbolo de resistencia frente a las expectativas y limitaciones que históricamente han recaído sobre las mujeres en la industria audiovisual. En un mundo donde la mirada masculina ha moldeado no solo personajes, sino también carreras y reputaciones, la protagonista de 'Instinto básico' ha desafiado narrativas impuestas y ha reclamado el derecho a ser autora de sí misma.

Para comprender la determinación con la que Stone, de 67 años, ha defendido su autonomía a lo largo de su vida, es necesario volver a la raíz: su infancia. Criada en un entorno trabajador y austero, la actriz ha explicado en su libro autobiográfico, 'La belleza de vivir dos veces', que fue en su hogar donde aprendió la importancia de la dignidad propia y de no permitir que otros definieran su valor.
El respeto no se mendiga, se exige
Sus padres, con estilos distintos, sembraron en ella una mezcla de sensibilidad y firmeza que más adelante sería crucial. A su madre, Dot, la adoraba, pero nunca consiguió entenderse del todo con ella. Con su padre, Joe, la relación siempre fue más fluida, y fue él quien le enseñó que el respeto no se mendiga, se exige. Una idea que se convirtió en una brújula moral para ella.
"Cuando era niña, mi padre me decía que dejaba ganar a los chicos porque quería gustarles", contaba la intérprete en una entrevista en 'Harper's Bazaar'. "Vuelve ahí y patea sus traseros, no dejes que te ganen porque quieres caerles bien", le decía. Y ella obedecía. Le mostró que una mujer no debía pedir permiso para ocupar espacio ni disculparse por querer ser tratada con justicia.
La voz paterna como brújula moral
En un mundo preparado para moldearla según la moral masculina dominante, esa voz paterna se transformó en un escudo temprano que muchos años después la ayudaría a identificar límites, confrontar abusos y preservar su identidad en una industria tan complicada como la de Hollywood, aunque incomodara a más de uno y tuviera que pagar un precio.
"Yo no usé la fama para hacer cosas malas o crueles. Me corté el pelo… y todas se hicieron el mismo corte. Y entonces, cuando ven que puedes hacer que la gente actúe, se asustan. Dijeron: 'Sharon puede hacer que la gente haga cualquier cosa, así que hay que silenciarla, hay que meterla en la lista negra'. Y lo hicieron, me silenciaron. Pero la verdad es que si la fama es grande y real, permanece", razonaba Stone en dicha entrevista.
