Han vuelto a ser una sola voz y un solo grito de indignación. Y lo han hecho frente a las sedes de Audiencias, Juzgados o del Ministerio de Justicia de decenas de ciudades en España. Porque a ellos iba dirigido su mensaje. Ciudades unidas también contando con ellos, los hombres, para dejar muy claro que la violencia contra las mujeres no puede salir tan barata.