Ansiedad, nervios, sudoración: el miedo a hablar en público afecta a al menos la mitad de la población


Hablar en público es uno de nuestros miedos más comunes: aprende a afrontarlo con estos consejos
Existen muchos estudios sobre la incidencia del miedo a hablar en público en nuestra sociedad y de ellos se extrae una conclusión clara: más de la mitad de la población (algunos hablan de hasta un 75 por ciento de ella) experimentan, en mayor o menor medida, miedo a exponerse a este tipo de situaciones. Ello significa que la gran mayoría de nosotros experimenta síntomas como ansiedad, sudación, nervios, náuseas... cuando nos toca decir unas palabras ante un grupo más o menos grande de personas. Cuando el miedo es lo bastante potente y se dan determinadas circunstancias, hablamos de una auténtica fobia que tiene nombre: glosofobia. Dado que este tipo de situaciones se suceden inevitablemente en nuestras vidas, es importante conocer ciertas técnicas para hablar en público. ¿Cómo hablar bien en público? ¿Qué trucos para hablar en público puedes utilizar?

MÁS
Técnicas para hablar bien en público: conocer el miedo
Tal y como explica la Universidad de Barcelona, se entiende por 'dificultades para hablar en público' (DHP) la existencia de 'miedo a hablar en público' (MHP), de un déficit de habilidades para hablar en público o de ambas cosas (Marshall, 1981). El miedo o ansiedad se concibe como una etiqueta sumaria que implica tres componentes o sistemas de respuesta (cognitivo, motor y autónomo) que interactúan entre sí. La aparición de estos componentes viene inducida por estímulos externos (socio-ambientales) e internos (cognitivos y fisiológicos).
Dentro del sistema cognitivo aparecen dificultades para pensar como imposibilidad de recordar cosas importantes, confusión, dificultad para concentrarse y dificultad para encontrar las palabras. Por otra parte, existe una tendencia a centrar la atención en sí mismo, concretamente en los síntomas somáticos y autónomos de ansiedad (especialmente los visibles), en las cogniciones y emociones negativas y en los propios errores. Además, pueden distinguirse varios temores básicos:
- Temor a ser observado
- Temor a sentir mucha ansiedad y pasarlo fatal. Temor a tener un ataque de pánico
- Temor a no saber comportarse de un modo adecuado o competente (por ejemplo, miedo a decir cosas sin sentido, a cometer errores, a quedarse bloqueado)
- Temor a manifestar síntomas de ansiedad (rubor, sudoración, temblor de manos, voz temblorosa, bloqueo, vómito, ataque de pánico) que puedan ser vistos por los demás y/o interferir con la actuación
- Temor a la crítica y a la evaluación negativa. La persona teme ser vista como ansiosa, incompetente, rara, inferior, poco interesante, aburrida, poco atractiva o estúpida. Hay también una hipersensibilidad ante la crítica cuando ocurre.
- Temor al rechazo, a ser dejado de lado por los demás como consecuencia de su evaluación negativa.
¿Cómo hablar bien en público?
Conocer las características de este miedo es el primer paso para intentar vencerlo. También seguir ciertas pautas o consejos que pueden ayudar a normalizar este tipo de situaciones.
- Prepárate
Es, quizás, el consejo más importante de todos. Casi siempre nos será más sencillo enfrentarnos a algo que dominamos, por lo que, cuanto más ensayes y más controles tu discurso, más fácil te será controlarlo cuando llegue el momento. Probablemente las emociones negativas sigan presentes, pero tendrás más herramientas para vencerlas, ya que controlarás el resto de factores: el tiempo de duración, el contenido del mensaje, su estructura, el espacio donde vas a pronunciarlo, el tipo de público...
Un truco que puede ayudarte mucho es ensayar frente a otras personas de tu confianza. También grabarte para analizar tu lenguaje no verbal (parte muy importante de tu mensaje) y tener una visión de cómo te percibirá el resto. Así podrás corregir cosas y darte cuenta de tus puntos fuertes (muchas veces nos sentimos más nerviosos en nuestro interior de lo que percibe el público). Por último, en la medida de lo posible, ensaya en el lugar concreto en que vaya a llevarse a cabo el discurso. Así eliminarás el factor sorpresa y te sentirás más cómodo.
- Sé claro
Si te cuesta hablar en público, no lo compliques: acude a mensajes sencillos y claros. Es algo que beneficiará a ambas partes, ya que tú lo tendrás más fácil para no perderte y tu público agradecerá la concisión y claridad de tu discurso. Ten claro el objetivo que persigues, qué quieres comunicar... y simplifica. Para casi todo (también en este área), aplica la regla del ‘menos es más’.
- Evita leer todo el rato
Eso no significa que no cuentes con algún tipo de apoyo. Las presentaciones en Power Point o similares son un recurso muy utilizado, y tiene sentido porque permiten al público contar con un apoyo visual y conceptual que de orden tu mensaje. Por supuesto, también servirán para que tú mismo ordenes tu mensaje y no te pierdas. Además, restará atención sobre tu persona (muchas atenderán a ratos a la pantalla) y eso te permitirá restar consecuentemente cierto grado de ansiedad.
- Intenta relajarte
Suena fácil decirlo, pero es importante que salgas a hablar lo más relajado posible. Intenta quitarle importancia y tomártelo con sentido del humor. Trata de evitar pensar en tu persona y céntrate en el mensaje que vas a transmitir, que es lo verdaderamente importante. También, por supuesto, puedes acudir a técnicas de relajación (por ejemplo, a través de la respiración) y evitar aquello que no ayude a que permanezcas tranquilo (por ejemplo, el consumo de café).
- Tómate tu tiempo
Muchas veces las prisas por terminar hacen que nos atropellemos, que perdamos el hilo por querer ir demasiado deprisa. No es la solución: tómate tu tiempo para pasar por cada parte de tu discurso con tranquilidad y orden. No pasa nada si permaneces en silencio unos segundos o si te pierdes: somos humanos y los pequeños bloqueos también afectan a los oradores más experimentados. Respira, párate, piensa, ordena tus palabras... y tu mensaje funcionará mucho mejor.
- Recuerda que estás hablando para (y con) personas
Suena obvio, pero a veces nos sentimos como si nuestro público fuera un tribunal dispuesto a condenarnos ante el más mínimo error. Al contrario, lo normal será que tu público actúe de forma empática, que esté dispuesto a escucharte y a aprender de ti, a emocionarse contigo... Tú mismo puedes contribuir a esa energía positiva a través de técnicas como mirar a los ojos a los asistentes, interactuar con ellos, lanzarles preguntas... También, si te hace sentir más cómodo, muévete entre el público y rechaza hablar desde una posición más elevada, usa experimentos o juegos compartidos... En definitiva, acércate a tus asistentes y hazles partícipes. Así repartirás el protagonismo y te sentirás más arropado. Usa el humor, sonríe... Sé tú mismo y no pienses que existe una manera institucionalizada de hablar en público: la mejor herramienta es ser natural y transmitir lo que quieres en tu propio lenguaje, con tu propia personalidad.