Todo se debe a la destreza de estos los oficiales, que son encargados de la instrucción de todos los pilotos de helicóptero del Ejército. En cada vuelo, la aceleración provoca que lo que ven y lo que oyen pueda ser falso.
Para evitar accidentes, cada tres años pasan por un exhaustivo reconocimiento médico que incluye prácticas de desorientación. También comprueban la reacción de su cerebro ante la falta de oxígeno.Reconocer estas sensaciones en el aire les puede salvar la vida.
Estos ejercicios se realizan en el Centro de Investigación de Medicia Aeroespacial de Madrid. Allí aprenden a desconfiar de sus propios sentidos para centrarse en los instrumentos de vuelo, los únicos que les proporcionan la orientación adecuada .
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