Agustín Castillo, el joven que quiere cortar el pelo a la España vaciada

Agustín no se despertó un día y decidió hacerse peluquero. Ya de pequeño era un habitual de las tijeras y con 14 años se convirtió en el encargado de cortar el pelo a su padre, a sus primos y a él mismo. No había otra opción. En El Repilado, la aldea de Huelva donde creció, no había ninguna peluquería.

Pasó el tiempo y este joven, como muchos otros, decidió marcharse de su pueblo para buscar trabajo en la capital. Con 22 años llegó a Huelva y allí se quedó hasta cumplir los 30 trabajando como instalador de fibra óptica... pero se cansó. Hace un año quiso darle un giro a su vida y fue su hermana, la única que no se dejó cortar el pelo por él, la que le mostró el camino: hacerse peluquero.

Así fue como Agustín Castillo empezó a dar clases de peluquería y cuando ya estaba listo creó la primera barbería rodante de Huelva. "Es un local con ruedas", dice Agustín... un local montado en un remolque con el que viaja con la idea de hacer lo mismo que hacía cuando era un niño... cortar el pelo allí donde no había peluquerías.

"En muchos pueblos hay peluquerías femeninas o incluso unisex", explica Agustín a NIUS, "sin embargo no cuentan con una barbería tradicional para hombres". Su remolque se ha convertido en la solución al problema, un local totalmente preparado donde no falta ni extintor ni escalera con barandillas para acceder al interior.

Gran aceptación

"La gente está reaccionando muy bien", nos cuenta, "dicen que es algo que hacía falta". Muchos vecinos tenían que desplazarse a pueblos de alrededor para cortarse el pelo y quienes no tenían medio de transporte se tiraban mucho tiempo sin cortárselo. Además, hay descuentos para jubilados y menores de 14 años y, aunque la gasolina es un gasto fijo en su negocio, el precio es el mismo que en cualquier peluquería sin ruedas, 10 euros el corte de caballero.

Tan solo lleva tres semanas, pero ya está negociando con algunos pueblos ir a visitarlos con su barbería. Mientras tanto tiene dos paradas: una es la de Jabugo... la otra, El Repilado, aquella aldea en la que cortaba el pelo cuando era niño y donde hoy sigue sin haber peluquería para hombres 15 años después.  

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