Estado de salud

Alba, obligada a traspasar el negocio tras 21 años entre gluten: "Ser celíaca es el colmo de una panadera"

Imagen de archivo de una persona amasando pan
Imagen de archivo de una persona amasando pan. Pexels
Compartir

Barcelona"La vida se está riendo de mí". Así se siente Alba Codina tras 21 años al frente de un horno de leña y obrador tradicional en L'Estany, un pueblo de Girona de unos 400 habitantes donde su negocio atrae a clientes de toda Cataluña y que se ha visto en la obligación de traspasar al descubrir que es celíaca.

"Es un poco el colmo de una panadera", explica la protagonista en una entrevista a Informativos Telecinco sobre un negocio que junto a su marido ha convertido en todo un éxito, aunque el diagnóstico de la enfermedad ha cambiado por completo todos sus planes de futuro,

PUEDE INTERESARTE

"He sufrido desde pequeña muchos dolores de barriga. Siempre estaba hinchada y muy cansada. No hacía nada y era como si hubiera subido el Everest. También mucho dolor en los huesos y brazos, granos en la espalda y dolor de cabeza más de lo normal. Todo tipo de síntomas y las analíticas no me ha salido ni una bien", explica Ana sobre un estado de salud que empeoró "muchísimo" hace unos meses.

"Me he visto en la obligación de traspasarlo"

Lo que "nunca" había imaginado la panadera catalana era que acabaría siendo celíaca: "Me iba a urgencias y me decían que en principio no se veía nada grave, pero era mi marido que decía que tenía todos los síntomas de que era celíaca a través de escuchar un pódcast". Ante la insistencia de Alba, los médicos acabaron por confirmar la teoría de su marido: "En ningún momento me lo había planteado. De hecho, llegó un punto que pensé que tenía algo mucho más grave y no me lo sabían ver. Por suerte no es así".

PUEDE INTERESARTE

Pese a tener un diagnóstico firme y no comer gluten, los problemas han seguido al estar rodeada de harina de trigo en su horno de leña ubicado en L'Estany: "Al respirarlo me afecta y no me encuentro bien". Una situación peculiar que le ha llevado a probar de trabajar con protección: "Me pongo mascarilla para que pueda ir aguantando, también debería trabajar con guantes, pero se rompen al coger el pan". Por ello, ha decidido poner fin al suplicio tras consensuarlo con su marido.

"Hace 22 años que llevamos el horno. Me viene gente de toda Cataluña, pero me he visto en la obligación de traspasarlo", admite la panadera, quien sigue trabajando hasta que pueda completar el proceso para poner punto y final a su negocio: "Me he puesto de fecha máxima el 31 de diciembre". Un traspaso marcado por la salud con el que esperan que el próximo propietario mantenga el negocio conocido por sus tortas y panes y su buen trato con el público.

"Tengo 21 años de experiencia de cara al público"

"Lo mejor que voy a dejar es mi clientela. A un hombre de Barcelona le hablaron de mí en Cuenca. Le dijeron que para buscar un pan bueno tenía que venir hasta L'Estany. No puedo quejarme", añade Alba sobre un negocio en el que su cercanía con los clientes forma parte de su día a día: "La gente te explica sus cosas, vienen abuelas que a lo mejor están solas, las escuchas y las haces reír. Me llevo muy bien con todo el mundo,".

Este don de de gente le hace tener claro el enfoque de su próxima aventura laboral una vez traspase la panadería, que no hará pan sin gluten tras plantearlo con el pueblo: "Tengo 21 años de experiencia de cara al público. ¿Dónde os pensáis que iré? Me encanta escuchar, estar con las personas y saber sus vivencias. Nunca me meto en la vida de nadie. Todo el mundo ya tiene suficiente con lo que tiene que soportar. Este trato es lo que me encanta y es lo que echaré de menos porque no deja de ser mi gente".