Aye-aye, el feo lémur de doce dedos al que dan caza en Madagascar por su aspecto demoníaco

Aye-aye, el feo lémur de doce dedos al que dan caza en Madagascar por su aspecto demoníaco
Daubentonia madagascariensis. Cordon Press
  • Se trata de un primate, parecido al lémur, nocturno, con una peculiaridad

  • El aye-aye tiene lo que se llama un pseudopulgar (un sexto dedo en cada mano )

  • En Madagascar, donde habita, le dan caza por su aspecto demoníaco

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El aye-aye es una de las criaturas más fascinantes y más feas de la naturaleza, a juicio de muchos. Es un primate nocturno parecido a un lémur, aunque de aspecto menos entrañable, y con un detalle que lo hace más único todavía: tiene doce dedos en las manos en lugar de diez. En Madagascar le dan caza por su apariencia demoniaca que supuestamente traería la desdicha.

Su nombre científico es ‘Daubentonia madagascariensis’ y su rasgo más característico es, sin duda, el sexto dedo de sus manos. Aunque es una demostración de su enorme capacidad de adaptación al medio, su ‘pseudopulgar’ extra es también una maldición, teniendo en cuenta que a muchos les parece demasiado feo. Tanto, que le estarían cazando tras ser comparado con Nosferatu.

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La teoría sobre el dedo extra

El dedo extra "consta de un componente óseo y una extensión cartilaginosa densa", averiguó una investigación reciente, y "recibe inserciones musculares de tres músculos, que colectivamente tienen el potencial de permitir la abducción, la aducción y la oposición".

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Mientras que en otras especies como los pandas gigantes, que también tienen un pseudopulgar que parece más bien un hueso de la muñeca agrandado, el sexto dedo sirve para agarrar objetos o excavar, en el caso del aye-aye "compensa la especialización excesiva de sus dedos para las funciones que no son de agarre", y especifica el estudio: "En este caso, las prácticas únicas de 'búsqueda de alimento' del aye-aye".

Además, mientras que los ejemplares con dedos más cortos no consiguieron sobrevivir, los de dedos largos sí lo hicieron, por eso tienen ese curioso aspecto que le otorga, para algunas personas, su aspecto demoniaco.