El sencillo y económico truco casero para eliminar la grasa de la rejilla del horno de una manera fácil

  • La pasta de dientes es un producto ideal para eliminar las bacterias y los gérmenes que tiene el horno

  • La rejilla queda como nueva y sin rastros de grasa tras aplicar el dentífrico y aclarar minutos después

  • El bicarbonato y el aceite o la mantequilla también sirven para retirar toda la suciedad acumulada

El horno es una de las siete cosas de la casa que debemos limpiar más a menudo de lo que pensamos. En Internet podemos encontrar infinidad de trucos en cuanto al hogar se refiere, desde qué hacer para que la ropa de la lavadora no huela mal hasta cómo desinfectar correctamente estropajos, bayetas y fregonas.

Limpiar el horno es una de las tareas que más solemos eludir. Y es un error puesto que su mala higiene, además de afectar al sabor de las comidas, puede incluso contribuir a la aparición de gérmenes.

El truco para limpiar el horno de manera sencilla

Para dejar reluciente el horno, libre de grasa y restos quemados, no hace falta dedicarle mucho tiempo ni frotar la rejilla como si consistiese en desgastarla.

Según apunta la web 'El Mueble', todos tenemos un producto en casa que utilizamos a diario y que es excelente para limpiar el horno. Se trata de la pasta de dientes. El dentífrico cuenta con propiedades blanqueadoras, es antibacteriano y tiene flúor, un compuesto que ayuda a eliminar tanto la suciedad como las bacterias.

Para ello, explica Anna Rodríguez Hurtado, hay que impregnar la pasta dental en las ranuras, sin miedo y cubriendo completamente la rejilla del horno. Tras dejar que actúe durante unos minutos, hay que retirar el producto haciendo un poco de presión y con la ayuda de una esponja.

A continuación, lo ideal es emplear un trapo humedecido con agua caliente para retirar todos los restos del dentífrico y, por supuesto, de la grasa pegada al electrodoméstico.

Por otra parte, hay otros productos que nos ayudarán a dejar el horno como si fuese nuevo. Se trata del bicarbonato, mezclándolo con un poco de agua caliente, y el aceite o la mantequilla, untando mientras aún dura el calor residual y retirando con un estropajo.