Jorge Díaz, de Carmen Mola, lanza en solitario una novela de espías: "A mi edad, todos tenemos secretos inconfesables"
"De mis compañeros he aprendido mucho. Creo que soy mejor escritor ahora", dice sobre el popular fenómeno literario
"Nuestra próstata es nuestra y no debe ser tema de conversación en una cena con amigos"
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Si hace unos meses era Agustín Martínez quien salía de las faldas de Carmen Mola para volar en solitario con 'El esplendor', ahora es Jorge Díaz, otro de los responsables de uno de los mayores fenómenos literarios de los últimos años, quien mueve ficha por su cuenta con 'El espía' (Planeta), novela histórica sobre espías, traiciones y dobles vidas que, al igual que el libro de su compañero en el colectivo del célebre pseudónimo, también sobrevuela la imaginería de la Alemania nazi.
El punto de partida es un asesinato brutal en la Almería de 1952 que oculta más de lo que parece. Ese arranque da pie para reconstruir la historia de Isaac Ezratty, alias barón Von Rolland, un judío nacido en Salónica y nacionalizado alemán que traicionó a los suyos para sobrevivir y desapareció sin dejar rastro. Por muy inventada que parezca la historia, está basada en un personaje real.
¿Cómo diste con la historia del barón Von Rolland?
El personaje del barón Von Rolland me acompaña hace muchos años. Lo descubrí documentándome para otra novela, leyendo sobre los tiempos en los que a Barcelona se le llamaba la Rosa de Fuego, cuando los pistoleros anarquistas y los de la Patronal se enfrentaban a tiros en las calles. Había dos hombres que dominaban la ciudad con mano de hierro, el comisario Brabo Portillo, el hombre al mando de la zona del Barrio Chino, y el barón Von Rolland, el jefe de los espías alemanes durante la Primera Guerra Mundial. Dos canallas, pero como muchas veces ocurre, dos canallas irresistibles.
¿Qué te impulsó a llevar su historia a una novela?
Creo que siempre supe que lo iba a hacer, lo que pasa es que no encontraba la forma de contar la historia. El Barón, después de una vida apasionante, en la que la traición fue una constante, desaparecía sin dejar rastro. Me faltaba lo más importante, el final. Y lo peor es que no encontraba ninguna pista de la que tirar. Hace un par de años, cuando empezamos a pensar en escribir novelas nuestras al margen de Carmen Mola, fue cuando se me ocurrió mezclar la novela histórica con el thriller. Hacer dos líneas temporales, una en el año 1952, a la que, aunque sea tan lejana en el tiempo, considero la "actualidad" y otra a partir de 1917.
¿Cómo fue el proceso de documentación?
A mí me encanta la documentación, así que divertido. La primera mitad del siglo XX me resulta apasionante, empieza un nuevo mundo, pero todavía no ha muerto el antiguo. Hay comportamientos que reconocemos casi como actuales, pero también otros que nos parece que están sacados de la Edad Media. Y, además, una parte de la novela se desarrolla en Mojácar y Almería, dos lugares que me apasionan y sobre los que siempre quise escribir. La Barcelona de 1917, el Berlín del 38, el Buenos Aires del 43… Cada ciudad que recreaba me parecía m ás evocadora que la anterior.
¿Se puede empatizar con alguien que traiciona a los suyos para sobrevivir?
A los malos hay que cuidarlos para que sean útiles, un malo te da la medida de los buenos de tu novela. El Barón es un villano, pero en la mayor parte de las páginas de la novela a mí me cae bien: vividor, seductor, con sentido del humor, elegante… Claro que cuando el lector está desprevenido y se siente cómodo con él, hay que dejarle ver su otra cara, la del hombre sin escrúpulos que no se va a detener por mucho mal que provoque. Creo, modestia aparte, que esos personajes me quedan bien.
¿Con qué esperas que se quede el lector de ‘El espía’?
Mi mayor ambición siempre en una novela es que el lector se lo pase bien, que se entretenga, que piense que el tiempo que ha quitado a otras cosas para dedicarle a la lectura ha sido tiempo bien empleado. Y si, además, hay algo que le llama la atención y le incita a enterarse de más, es una novela redonda. Un lector curioso es un regalo para el autor.
¿A ti te habría gustado ser espía?
No, en absoluto. Soy la persona más indiscreta del mundo, completamente incapaz de guardar un secreto. No tardarían ni media hora en descubrirme y mandarme fusilar.
¿Qué se necesita para ser un buen espía?
Supongo que ser curioso, observador, discreto y, lo más importante, tener buena memoria y nervios de acero. Buena memoria para mantener las mentiras y nervios de acero para que no se te note que mientes… Reconozco que me llaman la atención las historias de espías y de infiltrados, los personajes que viven en una mentira las veinticuatro horas del día.
¿Qué es lo que delata a un mal espía?
En mi caso, que me temblarían tanto las manos que los microfilms se me caerían… Y que soy muy malo disimulando, no me gusta jugar a las cartas, pero de joven intenté aprender a jugar al mus, nunca logré pasar una seña sin que se enterara toda la mesa.
¿A quién te gustaría espiar si tuvieras la oportunidad?
¿Quién no ha espiado a una ex en las redes sociales? ¿Quién no se ha metido en las fotos de Facebook de la que fue su novia a los quince? Pero no, no soy especialmente intrusivo en las vidas de los demás.
¿Tú tienes algún secreto inconfesable?
A mi edad, todos tenemos secretos inconfesables, el problema es que los has ocultado tanto que llega un momento que se te olvidan. Hay veces que pienso que alguien me cae mal y no logro recordar el motivo. Tiene sus partes buenas y malas… Y, por supuesto, no voy a desvelar ninguno de mis secretos inconfesables.
¿Qué secretos conviene guardar a partir de los 50 años?
Más que secretos, hay temas de los que no conviene hablar, por ejemplo los relacionados con la salud. Nuestra próstata es nuestra y no debe ser tema de conversación en una cena o compartiendo un vino con los amigos… Aunque lo cierto es que con los años se va perdiendo más el pudor y se reconocen abiertamente errores juveniles.
¿Cuál es la mayor diferencia entre escribir como Carmen Mola y hacerlo solo?
Que no puedo contar con el talento de mis compañeros y tengo que conformarme sólo con el mío. Cuando escribimos "a la manera de Carmen Mola" nos podemos apoyar mucho en los compañeros, siempre hay uno de los tres que acierta a la hora de mejorar una idea. Cuando estás solo, hay veces que das algo por bueno sólo por pereza. Carmen Mola tira de ti para que des lo mejor que tienes.
¿Pesa mucho Carmen Mola a la hora de publicar en solitario?
Lo sabré en las próximas semanas, todavía es pronto para decirlo. Es evidente que Carmen Mola es un paraguas que te protege de muchas tormentas, hay mucho público al que le gustan sus historias, tienes asegurada una base muy fiel, que por lo menos va a leer la novela, aunque nunca tengas la seguridad de si le gustará o no. No sabemos si ese mismo público decidirá darnos el beneficio de la duda y nos leerá individualmente. Yo confío que sí, que Carmen Mola será un peso positivo.
¿Hay algo que hayas aprendido con Carmen Mola que hayas volcado en ‘El espía?
Creo que soy mejor escritor. De mis compañeros he aprendido mucho, entre otras cosas que no hay que rendirse, que siempre puede salir una idea o un giro mejor. También que no hay páginas a las que puedas renunciar, al lector hay que cogerle por la pechera en la primera y no soltarle hasta la última, sin tiempos muertos.
¿No les consultaste nada a tus dos compañeros?
Nada, lo pactamos los tres. Son novelas individuales, como dice el refrán, que cada palo aguante su vela. Ni siquiera nos hemos leído hasta que la editorial ha dado el visto bueno al manuscrito definitivo.
¿Lo próximo será con Carmen Mola o en solitario?
Lo próximo será Carmen Mola, de hecho ya estamos trabajando en la nueva novela, en esas eternas reuniones que hacemos para decidirlo todo. Este año vamos más lento por las promociones de las novelas individuales, pero pronto estaremos escribiendo, con la gran novedad de que no se tratará de una novela de Elena Blanco sino de algo nuevo. Siempre tienes la duda de si acertarás, pero de momento nos gusta lo que va saliendo.
