Paloma San Basilio o volver del duelo: “Tras la muerte de mi hermana me fui a vivir y a gritar sola al monte”

Paloma San Basilio en Uppers
Paloma San Basilio nos cuenta en el vídeo tres momentos especiales de su carrera
  • La gran diva de la cancion ha publicado su tercer libro, ‘Uxoa, el secreto del valle’, donde confluyen amor, historia y naturaleza

  • Para muchos siempre será, ante todo, cantante. “Hay gente que es tan miope que piensa que si haces una cosa no puedes hacer otra”, dice

  • Su éxito ‘Juntos’ (1981) le trajo algún disgusto. “En la discográfica me castigaron metiéndome en un cajón varios años”, revela

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Durante la fase más cruda de la pandemia de covid, Mayte, hermana de Paloma San Basilio, falleció. “Trece años mayor, era como mi segunda madre, a quien perdí con 30 años”, dice la cantante. La muerte de Mayte, con quien convivía, dejó a Paloma devastada. “Esa época fue terrible. Todo estaba destruido a nivel emocional, todo era dolor, confusión…”. Buscando sosiego, se retiró al caserío que posee en Navarra, donde en completa soledad, solo rodeada de naturaleza, hizo el necesario duelo. Y allí fue donde comenzó a escribir su tercer libro, 'Uxoa, el secreto del valle', novela donde su historia personal tiene indudable peso.

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“Se me ocurrió que el caserío fuera el alma de la protagonista y necesita que alguien lo recupere, que te recuerde de dónde vienes. Es volver a encontrarte contigo misma. Cuando compré la casa me dijeron que allí se había celebrado una boda en 1605, y con ese punto de partida desarrollé el argumento”, explica la artista, de 74 años. El libro es, también, “un homenaje a mi hermana. Trata de enfrentarte con la pérdida, la ausencia, la búsqueda para paliar el dolor de la pérdida. Es como una reconstrucción desde un espacio de piedras y madera. Siempre me ha pasado: cuando he tenido crisis, me he ido allí, al monte, y chillo y grito. Ahí empezó la historia”.

No experimentó temor ni aislamiento durante aquel retiro tan productivo como reconfortante. “No me dio ni pizca de miedo”, dice. “Y mira que cuando la reconstruí descubrí los ruidos que tiene. Las maderas hablan. Estoy en mi habitación, en la última planta, y todo suena. Hay mucha madera, antigua y nueva, y había momentos que parecía que subía alguien por la escalera. Para mí el caserío es un ser vivo, que habla, que se entristece cuando lo abandonas, que brilla cuando le das amor, que cuando entra la luz se reinventa… No me sentía sola. Al fondo hay un bosque por donde pasa el río, con una colonia de buitres leonados; al vecino le dejo el prado para las ovejas; otro día me trae a los ponis; tengo un caserío a doscientos metros…”.

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Inevitablemente, y aunque contiene trama romántica, 'Uxoa, el secreto del valle' es también una oda al entorno natural. “Es el espacio donde más a gusto me siento. Mi padre, que era economista, compró un cortijo que tenía aceitunas, y lo que más le gustaba era una granja. Soy muy poco urbanita. A la ciudad voy cuando tengo algo que hacer, pero tanto edificio, tanto asfalto, esa energía que sale por todas partes y te invade… Mi parte animal es muy fuerte y necesito respirar aire, ver árboles, verde, agua…”.

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Metida en harina literaria, sigue su propio método de trabajo. “No soy una escritora profesional: escribo cuando tengo una historia, la cual va creciendo sola. Es brutal. Escribo por las tardes: me siento ante el iPad como a las cuatro o a las cinco, con mi café con leche, mis gafas… Tengo claro lo que quiero contar y lo escribo. Es como si hubiera alguien dentro de mí y escribiera. Me rodeo de cuadernos, libros… Me he documentado mucho, y para ello sacaba libros de la biblioteca. Al día siguiente vuelvo a sentarme, repaso y corrijo lo que redacté la víspera, y sigo escribiendo”.

Casi tanto tiempo como para escribir lo dedica a leer. Se considera apasionada de “Paul Auster, Murakami, Joseph Conrad, filosofía, ensayo, libros de viajes… Todas las noches debo leer por lo menos dos horas antes de dormir. Para mí la televisión es como si no existiera; no sé ni dónde tengo el mando. Empecé a leer muy jovencita. Los libros han sido mis grandes compañeros de viaje”. Precisamente los viajes son otra parcela destacada de su vida. “Viajo mucho por mi trabajo, pero siempre que puedo, me escapo. He estado hace poco en Cuzco y Machu Picchu, así como en Tíbet, Kenia, Egipto, Grecia… Todos los años me propongo hacer un viaje al margen de mi trabajo, aunque no siempre lo consigo”.

No echa de menos el haber empezado a escribir antes: “Posiblemente ahora tengo una madurez y una tranquilidad para poder hacer cosas que antes me costaba más. También quiero, a cada etapa de mi vida, regalarle algo. Quiero dejar los conciertos y dedicarme a escribir, pintar e interpretar una obra de teatro. En cualquier etapa de tu vida puedes descubrir algo nuevo”, indica.

Una gran voz de la música española

Llama la atención, ahora que sabemos que Paloma San Basilio sabe escribir, que no haya firmado más canciones de su amplia discografía. Puede que muchos lectores no sepan que, en efecto, es autora de varias letras de sus canciones, y en algún tema, como “Atardecer” (1978), de letra y música. Modesta, atribuye esa escasez al hecho de que “había muy buenos letristas en España, como Luis Gómez Escolar”, quien se encargaba de adaptar al castellano la mayoría de canciones italianas que Paloma llevó al éxito.

Para la práctica totalidad del público, Paloma San Basilio siempre será la cantante. Tras aparecer en televisión y actuar en zarzuelas, publicó su primer disco, 'Sombras', en 1975. La potencia y dulzura de su voz, inquebrantable, su manera de interpretar cada frase que cantaba y el alto nivel de sus canciones, algunas tan populares como “Beso a beso”, “Juntos”, “Cariño mío” o “La fiesta terminó”, dejó honda huella en el corazón de los españoles, a quienes quizá cueste encajar el concepto de “Paloma San Basilio, escritora”.

“Es algo con lo que tienes que contar”, dice. “De hecho, de mi primer libro se llegó a decir que me lo habían escrito. Hay gente que es tan miope que piensa que si haces una cosa no puedes hacer otra. Pido que me den un margen de confianza. Tenemos una sociedad muy compartimentada”. Y recuerda que, a menudo, la sensibilidad de los artistas no se limita a una disciplina: “Alejandro Sanz pinta maravillosamente bien, José Luis Perales hace cosas de cerámica preciosas… El artista no tiene una definición muy clara, pero es la persona que tiene la capacidad para transformar la realidad. Posee un espíritu que le sensibiliza hacia la belleza”. La propia Paloma es también actriz y pintora.

Una de las canciones más importantes en su carrera es “Juntos” (1981), un aventura de amor jovial que gracias al libro Hispavox, el sonido de una época (2024), de José María Díez Monzón, descubrimos que Paloma no quería cantar. “Totalmente cierto”, corrobora ella. “El productor Danilo Vaona quería que cantase con una voz totalmente plana, para doblar varias pistas de voz. No me dejaba cantar a mi estilo y pensé que no podía más. Le dije: ‘¿Por qué grabas un disco conmigo si no te gusta cómo canto?’. Él quería que cantase sonriendo, porque cuando sonreía se me aniñaba la voz. No quería mi voz, tan potente. La grabé y me largué, dejé el estudio plantado y me fui a mi casa”.

Añade: “Y ahí fue cuando me castigaron varios años sin grabar, porque decían que era muy rebelde. José Luis Gil [director de Hispavox] decía: ‘Te traigo a un productor y lo dejas plantado’. Me tuvo dos años y medio metida en un cajón. Cuando apareció Evita no me dejaba grabarla, y era con otra discográfica. Yo iba a su despacho rogándole libertad, y me decía que no, que estaba en un cajón y hasta que él no quisiera no iba a salir. Cuando llegó el éxito de Evita, sacó un disco con varios artistas de la compañía que se tituló Juntos, y obtuvo unas ventas increíbles. Me la jugó bien”.

En cualquier caso, no esperaba la cantante que “Juntos” alcanzase semejante notoriedad. “Estaba haciendo Evita y me llamaron de la Cadena SER: ‘Enhorabuena’. Pregunté: ‘¿Por qué?’. ‘Porque eres número uno con ‘Juntos’. En Hispavox utilizaron mi éxito en Evita para vender discos. Pero siempre me quedo con la parte positiva, y si esa canción encanta a los niños, la voy a cantar y no pasa nada. Me dije: ‘Palomita, haz tu trabajo, proyecta tu carrera y no dependas de esta gente, que no son de fiar’”.

Otro paso clave en su trayectoria fue su participación en el festival de Eurovisión, en 1985, interpretando “La fiesta terminó”, del egregio compositor Juan Carlos Calderón. “Actualmente el certamen no tiene nada que ver”, lamenta. “Ahora mismo todo es un gran espectáculo audiovisual, y antes era un festival de canciones. Ahora ya no están los músicos, es otra cosa. Es fantástico, pero se ha desvirtuado. Cuando fui, era música pura y dura”.

¿Hace falta saber cantar?

Tanto ha cambiado la música que parece que escasean las cantantes que canten bien, las verdaderas virtuosas de la voz. “No hace falta”, dice. “Cuando entrabas a grabar, empezabas la canción y debías cantarla entera; no podías desafinar ni equivocarte. O cantabas bien o te ibas a tu casa. Ahora cantas casi sílaba a sílaba, que luego se unen por ordenador. La gente ya no quiere cantantes, quiere sensaciones, fundamentalmente rítmicas, lo más primario que tenemos en la música. Y como es música para compartir, para evasión, para disfrute de tribu, ya no hace falta que cante nadie”.

“A veces —prosigue— escucho a cantantes y me pregunto: ’¿Esto qué es lo que es?’. No entiendo lo que dicen, tienen unos tonos imposibles… En mi generación les habrían dicho que fueran al médico a mirárselo. Cada música es producto de su tiempo. Estamos llenos de vendedores de humo, y la música no se libra de esa tendencia”.

En medio de ese gris panorama, en el que se antoja poco probable que salgan nuevas Palomas San Basilio, ni Celines Dion, ni Barbras Streisand, la madrileña está cerrando su ciclo de cincuenta años en la música con una gira titulada 'Gracias', que tras pasar por Latinoamérica recorrerá varias ciudades españolas (en muchas de cuales se han agotado las entradas) y que cuenta, de momento, como fecha final el 20 de septiembre en Albacete. Las gracias, en cualquier caso, hay que dárselas siempre a esta gran dama irrepetible de la canción.