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Alejandro G. Roemmers y el misterio de los violines Stradivarius: "Es como si tuviesen vida propia"

Alejandro G. Roemmers, en Uppers
Alejandro G. Roemmers explica qué diferencia un Stradivarius de los demás violines. Vídeo: Javier Ocaña
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Cuenta la leyenda que el célebre lutier italiano Antonio Stradivari, consciente de que su vida llegaba a su fin, puso toda su experiencia y maestría en la creación de un último violín al que dedicó más tiempo y cuidado que a ningún otro. Ese instrumento, conocido como el 'violín Habeneck', contenía la fórmula definitiva de su sonido único, era su obra maestra. El argentino Alejandro G. Roemmers se ha inspirado libremente en el mito para convertir ese objeto mágico en el protagonista de su última novela, 'El misterio del último Stradivarius' (Planeta), con prólogo del desaparecido Mario Vargas Llosa.

Aún hoy los violines Stradivarius son considerados el santo grial de los instrumentos de cuerda. Fabricados por Stradivari en su taller de Cremona (Italia) hace más de tres siglos, estos instrumentos atesoran un prestigio legendario no solo por la pureza de su sonido, aún no descifrada, sino por su rareza. Se calcula que quedan solo 650 ejemplares en todo el mundo y algunos alcanzan precios superiores a los 15 millones de euros.

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Antonio Stradivari, grabado de Hammann.

Roemmers ha querido rendir tributo a esta pieza casi mágica colocándola en el centro de la investigación de un doble asesinato en una pequeña ciudad de Paraguay, inspirado en hechos reales, y convirtiéndolo en hilo conductor de una caleidoscópica aventura a través de los siglos en la que se revisitan las invasiones napoleónicas, la llegada de la peste a Nápoles, el inicio de la Primera Guerra Mundial o los campos de concentración nazis.

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¿Qué le llevó a centrar la novela en un instrumento tan legendario como el Stradivarius?

La misma palabra tiene un aura, una mística, una leyenda. Cuando un intérprete famoso va a tocar un Stradivarius en algún concierto, muchas veces se menciona en el programa. Algunos hasta tienen nombre propio. Ejercen una cierta fascinación y esa palabra es la que me llevó a escribir la novela.

Cuando durante la pandemia leí sobre un crimen en Paraguay relacionado con el robo de varios de ellos me generó mucha curiosidad. Especialmente cómo unos instrumentos tan valiosos habían ido a parar a un lugar casi ignoto, Areguá, a una hora de Asunción del Paraguay. Para mí eso era un misterio mayor que saber realmente quiénes habían matado al lutier Bernar Raymond von Bredow y su hija de 14 años. Nunca pude averiguar hasta el día de hoy cómo llegaron ahí esos violines. Por eso cambié los nombres, porque mi imaginación a lo mejor no tiene nada que ver con la realidad.

Aunque dice que el relato es “totalmente imaginario” ¿se inspiró en algún Stradivarius real o en alguna historia concreta?

Los momentos históricos son reales. Y he tratado de que los escenarios donde ocurre la historia sean lo más detallados posible. Dentro de esos personajes reales y momentos históricos reales se cuelan los personajes de ficción sutilmente y se va dando la trama con el violín, que va fluyendo de un propietario a otro, de un lugar histórico a otro, constituyéndose en el verdadero personaje principal de la novela.

¿Preguntó a expertos en lutería?

Sí, he consultado. Y el afinador del piano de mi casa también sabe un poco de violín. Luego me he guiado mucho aprovechando toda la información que hay en la red.

El violín Stravidarius Joachim-Ma vendido en subasta en Sotheby's

El violín tiene una presencia muy viva en la novela, parece tener un destino propio. ¿Cómo se le ocurrió vincular las distintas vidas que toca?

Quise que transcurriera la acción en distintos lugares de distintos países para dar una pincelada sobre la historia europea de los últimos 300 años. De alguna manera quería poner en valor el éxito que es que se haya podido llegar a algo como la Unión Europea después de todos esos enfrentamientos entre países vecinos. Creo que hay que cuidar eso que podríamos llamar la cultura occidental y que se nutre de los valores de la civilización griega o del cristianismo.

¿Qué papel juega la música como lenguaje o vehículo emocional dentro de la trama?

La música ha sido muy importante en mi vida. Mi madre era muy aficionada al piano, me llevó a conciertos y a la ópera desde muy niño. De las artes, creo que la música es la que más profundamente nos emociona, y yo me siento también un poco músico, porque la poesía es música escrita con palabras en vez de con sonidos. La música siempre está todo el tiempo en la novela, aunque no se hable todo el tiempo de ella.

¿Cómo dialoga esta historia con nuestra obsesión moderna por los objetos únicos, casi mágicos, como los Stradivarius?

Creo que somos energía, y cuando depositamos una cierta admiración o fe en algún tipo de objeto, como un amuleto o un símbolo, le damos un valor especial. Y eso ha ocurrido con estos violines porque han sobrevivido a su creador y a la familia de su creador, y también a todos los artistas famosos que los han tocado y es como si tuvieran vida propia. Se convierten ellos mismos en personajes de la historia

Bajo su punto de vista, ¿qué diferenciaba a un Stradivarius de los demás?

Bueno, no soy tan especialista como para poder comentarlo, pero una primera diferencia está en el nivel de conservación. Hay algunos que se han conservado mucho mejor que otros y su sonido es mejor, por eso tienen un valor superior. También tienen a veces diferentes calidades en el sonido. Es muy difícil para alguien que no sea un experto distinguirlos, pero ellos lo hacen por determinadas características físicas o del sonido. Yo jugué un poco con eso en la novela.

Si pudieras tener un Stradivarius, ¿qué haría con él?

Seguramente lo ofrecería a grandes intérpretes para que lo toquen. Estos violines necesitan ser usados para mantener sus condiciones. Por ejemplo, los que están en la colección del Palacio Real se tocan cada cierto tiempo. Lo ofrecería también para el disfrute de la gente que los escucha. Al fin y al cabo, ese es el fin para el que fueron hechos.