De conocerse bailando a su casa en Mallorca: Mads Mikkelsen y Hanne Jacobsen, la pareja de actores que lleva 38 orgullosos años juntos
Se conocieron en 1987. Ella coreógrafa, y el bailarín
De Candela Peña a villano 007: Mads Mikkelsen, el danés mallorquín que llegó al éxito a los 55
En 1987, un joven bailarín danés se subía al escenario del Teatro de Aarhus con tacones imposibles y vestidos que pesaban más de nueve kilos. Se trataba de Mads Mikkelsen, mucho antes de convertirse en el villano más elegante de Hollywood. En aquella audición estaba también una joven coreógrafa, Hanne Jacobsen. Ella lo recuerda con la nitidez de un flechazo: “En 1987 los dos estábamos en el mismo mundo, el de la danza. Conocí a Mads en una audición en el Teatro de Aarhus. Simplemente lo miré y pensé ahí mismo: ese es el hombre de mi vida.”
Treinta y ocho años después, siguen siendo pareja, padres de dos hijos llamados Viola (nacida en 1991) y Carl (nacido en 1997), y se mantienen como todo un ejemplo de cómo una vida en común puede ir más allá de los escenarios, rodajes y mudanzas internacionales sin perder nunca el compás.
De bailarines a familia en Copenhague
El propio Mikkelsen recuerda aquellos inicios en el musical La Cage aux Folles con una sonrisa: “El primer musical que hice fue La Cage aux Folles. Llevábamos vestidos que pesaban como nueve kilos y tacones altos. Hacíamos volteretas y saltos mortales. Fue realmente divertido.” Entre acrobacias y coreografías, nació una complicidad que no se quebró cuando él decidió dar el salto de la danza a la interpretación, cuando en 1996 Mads decidió estudiar interpretación en la Escuela de teatro de Aarhus. Tanto es así que la decisión del actor estuvo muy influenciada por el apoyo inquebrantable de su mujer a la hora de dar este salto al vacío. “Ella creyó en mi antes que nadie”, afirma Mads.
En el año 2000, con dos hijos ya en común, se casaron de forma oficial. Desde entonces, su vida familiar ha tenido un ancla firme en Copenhague, donde vive con su esposa y donde ha criado a sus dos hijos.
Esa estabilidad danesa es, quizá, la gran excepción en una carrera marcada por el movimiento. Mikkelsen divide su trabajo casi a partes iguales entre hacer series y películas en Dinamarca y en Estados Unidos, y sin embargo la pareja ha sabido conservar una rutina doméstica alejada de los focos. Quizás la clave ha sido la estabilidad y la constancia en su relación.
Toronto y Mallorca: mudanzas sin perder el ancla
Hubo, sin embargo, un momento en que la familia tuvo que reubicarse de verdad. De hecho, Mikkelsen ha vivido en Copenhague toda su vida, excepto cuando vivió en Toronto mientras filmaba Hannibal. Un cambio radical, pero también una decisión importante para la carrera posterior de Mikkelsen. El rodaje de Hannibal tuvo lugar en Toronto, Ontario, Canadá, entre 2013 y 2015. Durante la grabación de esas temporadas, Hanne y sus hijos fueron el contrapeso necesario frente a la intensidad de un papel que le dio fama mundial.
Hoy, además de su hogar habitual en territorio danés, tienen un refugio mediterráneo para los momentos de asueto. En concreto tienen una residencia en Mallorca. Allí pasan largas temporadas lejos del mundanal ruido, disfrutando de la calma insular. No es un capricho de estrella, sino una extensión natural de una vida que combina la exigencia de Hollywood con la búsqueda de espacios donde todo se ralentiza.
Una pareja que resiste al tiempo
Lo extraordinario de esta historia no está, sin embargo, en los escenarios que sirven para dar cobijo a su relación (Aarhus, Copenhague, Toronto, Mallorca), sino en la manera en que ambos se han adaptado a los cambios sin perder su sintonía. Jacobsen lo dijo claro al recordar su primera impresión: “Ese es el hombre de mi vida.” Tres décadas después, esa frase sigue siendo coherente con los hechos: proyectos profesionales distintos, mudanzas transoceánicas y, pese a todo, un hogar compartido. Además, el amor es correspondido y no se esconde, ya que Mads tampoco ha tenido miedo en reconocer que “Conocí al amor de mi vida muy pronto. Ella es la persona más inteligente y fuerte que conozco.”
Quizá la clave está en ese origen común en la danza. Al fin y al cabo, bailar enseña a sostenerse en equilibrio, a anticipar el movimiento del otro y a volver al centro después de cada giro. Y eso es lo que han hecho Mads y Hanne: bailar juntos, también fuera del escenario. A menudo Mads dice de Hanne que es su “brújula”, y que le ayuda a mantener los pies en el suelo. A su vez Hanne afirma que para ella lo importante es el hombre que es Mads en casa.
Esta h¡istoria, al final, no es solo la de un actor internacional, sino la de una pareja que ha sabido combinar vida personal y carrera, raíces y viajes, juventud compartida y madurez consolidada. En un mundo que parece premiar lo efímero, su relación demuestra que también en la cultura global cabe la constancia.
Mikkelsen puede interpretar a Hannibal Lecter o a un cazador en Groenlandia, pero al terminar siempre regresa a la misma escena, a Copenhague donde vive con su esposa. Y ahí, como en 1987, sigue estando Hanne Jacobsen.
