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Luz Gabás viaja a la California del siglo XIX en su nuevo libro: "Hay más desesperación ahora que durante la fiebre del oro"

Luz Gabás
Luz Gabás, corazón de oro. Javier Ocaña
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Tras conquistar a los lectores con historias que viajan entre continentes y épocas, Luz Gabás (Monzón, 1968) vuelve a las librerías con 'Corazón de oro', una novela que en eta ocasión nos lleva hasta la California de la fiebre del oro para recordarnos que a veces los verdaderos tesoros se encuentran en el alma humana.

Autora de éxitos como 'Palmeras en la nieve', 'El latido de la tierra' o la novela ganadora del Premio Planeta 2022, 'Lejos de Luisiana', Gabás retorna con una aventura con sabor a western que mezcla ambición, amor y supervivencia e indaga en los rincones emocionales del desplazamiento, la identidad y la bondad.

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¿Cómo surgió la idea de ambientar ‘Corazón de oro’ en la California de 1849?

Mi anterior novela, 'Lejos de Luisiana', termina en 1803, cuando ese inmenso territorio fue adquirido por los estadounidenses. Como viví de joven en California, decidí trasladarme al oeste, al momento en el que la California hispana e indígena pasa a formar parte de los Estados Unidos y el oro atrae a miles de extranjeros. Me atrajo ese momento de choque entre culturas.

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¿Te documentaste mucho para darle verosimilitud a la parte histórica? ¿Hubo alguna anécdota curiosa durante el proceso que puedas contarnos?

Además de textos sobre la historia y la política de ese momento, leí mucha prensa. La de California fue una mina de sucesos y de información sobre cuestiones cotidianas, como alimentación, alojamientos o entretenimientos, en anuncios.

También me resultó muy interesante lo publicado sobre California en la prensa española. Primero hubo rumores sobre el asunto del oro, luego dudas sobre la veracidad, después cartas de algún viajero contando sus aventuras, y ya más adelante, cuando se dio por cierto que miles de personas llegaban a California, un artículo sobre dos jóvenes gambusinas o buscadoras de oro que, acompañadas de un africano más viejo que Matusalén que cocinaba y les guardaba el oro —según dice la noticia—, se sumaron a la aventura del oro para conseguir dinero con el que emprender un negocio.

¿Fue difícil escribir un western esquivando las convenciones habituales del western?

Por la época, lo normal es que aparezca la estética del western, que tan atractiva nos resulta por la indumentaria, los caballos y la sensación de libertad. En el western clásico, el conflicto es entre colonos e indígenas. En 'Corazón de Oro' amplío el conflicto por un lado al grupo social hispano de California y por otro a todos aquellos inmigrantes que sufrieron el racismo en los campamentos mineros.

En cuanto a los personajes, no hay un tipo duro que salva a la comunidad ni un malvado odioso. El duelo aparece no solo como conflicto entre dos personas, resultado de un deseo de venganza, sino también como lamento por una vieja California que languidece ante la llegada de un mundo nuevo.

¿Cuál sería la fiebre del oro que nos mueve hoy como sociedad? ¿La fama instantánea? ¿Quizás los likes en redes sociales?

La fiebre del oro no tenía que ver con fama o reconocimiento sino con ganar dinero de una manera más rápida para, en la mayoría de los casos, montar un negocio y solucionarse la vida. La mayoría de los buscadores de oro no aguantaban muchos inviernos en las montañas. Quienes se enriquecieron fueron las grandes compañías que explotaron el oro con maquinaria.

¿Cómo has tratado la perspectiva de quienes tienen que emigrar lejos de su hogar?

Como valientes que se juegan la vida en busca de un futuro mejor para ellos y sus familias. En realidad, lo que ha sucedido siempre a lo largo de la historia. Los imagino presa de una mezcla de miedo, nostalgia y curiosidad.

¿Cómo dialoga ‘Corazón de oro’ con nuestro presente? ¿Qué similitudes ves entre aquellas migraciones de la fiebre del oro y las actuales? ¿Y entre nativos americanos y el pueblo palestino?

La novela histórica es un género que permite un análisis del presente gracias a la mirada al pasado. Cuando redactaba el viaje del protagonista y sus compañeros no podía dejar de pensar en quienes ahora dejan sus casas y sus familias huyendo de las crisis económicas, sociales y políticas de sus países y se juegan la vida en pateras o en un tren como La Bestia o a pie a través de la selva del Darién… Se desplazan por necesidad o atraídos por la promesa de una vida mejor. Mi conclusión es que hay más desesperación ahora que durante la fiebre del oro californiana, a la que muchos se sumaron por probar fortuna más que por necesidad.

¿El cacareado ‘sueño americano’ es hoy un mito, una promesa o una trampa?

Estados Unidos es un país de emprendedores. Allí se fomenta el esfuerzo personal, la capacidad de trabajo y la independencia de las personas. En general, no les gusta la idea de un estado que interfiera en sus vidas. Se fomenta la iniciativa privada de una manera sencilla: se pagan pocos impuestos y se deja en manos del individuo la responsabilidad de trazar su vida. En este sentido, no es un mito sino una promesa. Dicho esto, no todo el mundo tiene ni las mismas oportunidades ni las mismas capacidades, por lo que el estado debe velar por el bienestar de todos los ciudadanos. En este sentido, se podría entender como una trampa. En mi opinión, lo óptimo sería un término medio entre el respeto por la libertad individual y el cuidado de un estado no excesivamente invasivo.

Lorién, tu protagonista, es un joven emigrante español que se lanza a una aventura enorme en busca de un futuro mejor. ¿Con quién compartirías tú una carreta en mitad del desierto?

Con mi familia iría a cualquier parte. Tiene que ser muy duro pasar años sin ver a tus seres queridos.

¿Y con quién no te irías jamás de viaje?

Con una persona perezosa y malhumorada.

Si tú hubieras vivido en 1849, ¿qué tipo de personaje habrías sido en tu libro?

Una mezcla de Cynthia y Marot. Me gusta la independencia de la primera, pero comprendo los miedos de la segunda.

Y si Lorien viviera en nuestro tiempo, ¿quién sería?

Cualquier joven que empieza la aventura de la vida. Mis lectores más jóvenes me cuentan que se sienten identificados con él.

Si tuvieras que describir ‘Corazón de oro’ con una canción, ¿sería 'Heart of Gold' de Neil Young?

Elegí esa canción porque resume la esencia de la novela. Todos somos mineros en busca de corazones de oro. Aunque no lo verbalicemos porque suena cursi, ansiamos bondad. Nuestra naturaleza nos impele a no cejar en nuestro empeño, a pesar del paso del tiempo, a pesar de las circunstancias.

¿Cómo se relaciona ‘Corazón de oro’ con tus obras anteriores? ¿Qué evolución percibes que has tenido como escritora?

Cada una de mis novelas ha surgido de un concepto. En 'Palmeras en la nieve' reflexiono sobre la identidad a través de la experiencia de mi padre y de mis abuelos en Guinea Ecuatorial a mediados del siglo XX; en 'Regreso a tu piel' sobre el miedo individual y colectivo a raíz de un trágico suceso local relacionado con las ejecuciones de mujeres acusadas de brujería en el siglo XVI; en 'Como fuego en el hielo' contrapongo el impulso de la pasión al freno de la razón en los balnearios del Pirineo del siglo XIX; en 'El latido de la tierra' me centro en el paso y el peso del tiempo en el mundo rural; en 'Lejos de Luisiana', en la fortaleza necesaria para continuar adelante en un contexto tan desconocido como la Luisiana española del XVIII; y en 'Corazón de oro', en la bondad en un entorno hostil, en plena efervescencia y transformación como fue la California de minas de oro y ranchos de mediados del XIX.

Hay un hilo conductor invisible pero tenaz que une todas mis historias. Cada una existe gracias a las anteriores y percibo que hay temas comunes a todas. En cuanto a la evolución, cada novela es un universo, pero creo que en 'Corazón de oro' he conseguido combinar acción, reflexión e historia de una manera muy orgánica.

¿Con qué esperas que se quede el lector cuando termine el libro?

Espero que cierre el libro y suspire con la sensación de haber vivido una gran aventura y con la certeza de que los personajes permanecerán en su corazón durante mucho tiempo.