Tereza y la rebeldía libre en la madurez: así es su viaje de película a través del Amazonas
‘El sendero azul’ se estrena el 12 de diciembre en cines de España tras su triunfo en la pasada Berlinale y en el festival de cine de Valladolid
La película, dirigida por Gabriel Mascaro, nos recuerda que la libertad puede y debe ejercerse a cualquier edad
Tereza tiene 77 años y toda su vida ha vivido en un pueblo industrial de la Amazonia brasileña. En un mundo que parece más pendiente de la productividad que de las personas, el gobierno le notifica que debe trasladarse a una colonia para mayores, un lugar apartado donde se reserva “el final” de la vida para quienes ya no resultan útiles al ritmo moderno. Pero Tereza se niega a aceptar un destino que la reduce a una etiqueta y, antes de que le arrebaten su casa y sus recuerdos, emprende una última travesía por el Amazonas, un viaje fluvial que es, a la vez, memoria, desafío y celebración.
Este es el argumento de ‘El sendero azul’, película dirigida por Gabriel Mascaro y protagonizada por Denise Weinberg, que se llevó el Gran Premio del Jurado en la Berlinale 2025. El 12 de diciembre se estrena en las salas de cine españolas después de haber pasado por la Seminci (Valladolid) y por otros festivales internacionales, y de haber encendido necesarias conversaciones sobre la dignidad en la edad madura.
Desmontando estereotipos
Con frecuencia, la imagen de la vejez oscila entre dos polos: el paternalismo compasivo o la invisibilización. ‘El sendero azul’ derriba ambos iluminando una verdad tan sencilla como poderosa: la libertad puede y debe ejercerse a cualquier edad. La película nos recuerda que la autonomía y las ganas de seguir viviendo de manera activa no caducan con los años, lo que cambia son las barreras externas -sociales, económicas, políticas- que la sociedad nos impone.
Frente al estereotipo de que a partir de cierta edad la vida no tiene nada más que ofrecer, Tereza toma el timón y se dirige hacia otro destino: la experiencia, la memoria y la urgencia por hacer lo que está pendiente son motores muy potentes para reinventarse. Lo que se vende como “final” puede ser una oportunidad para explorar relaciones, deseos dormidos y la fuerza de la comunidad. La historia de Tereza nos devuelve la certeza de que la vida no tiene un solo guion válido.
Pequeñas decisiones, grandes cambios
‘El sendero azul’ subraya que los cambios en la madurez no son menos profundos que en cualquier otra etapa vital: elegir con quién pasar el tiempo, salir de una rutina asfixiante, recuperar un recuerdo o simplemente aprender algo nuevo es suficiente para provocar una transformación. Y lo más esperanzador es que esos cambios contagian.
El escenario natural de la selva del Amazonas es ideal para desarrollar un juego entre lo real y lo fantástico, una promesa de que la vida siempre es un campo abierto para la aventura, el deseo, las inquietudes y los sueños. En un momento en el que son más necesarios que nunca relatos que celebren la libertad, uno sale del cine con la certeza de que la madurez no es el epílogo de nada, sino el prólogo de una página que aún está por escribirse.
