Eduardo Mendoza: “Soy poco amigo de símbolos y significaciones”

  • Publica 'El negociado del yin y del yang', la segunda parte de la trilogía que comenzó con 'El rey recibe'

  • Mendoza recuerda en esta novela lo que supuso la muerte de Franco y el inicio de la Transición

  • El autor siente que vivimos una actualidad con una profunda crisis, donde solo escuchamos “ruido y vocerío”

Su físico podía tener el nombre de una de sus novelas, El caballero que no pierde la sonrisa. Porque así llega a la entrevista, afable, con sentido del humor… Eduardo Mendoza nunca ha sido amigo de las fotos, y menos de las grabaciones en vídeo, pero se somete al ritual de rigor y bromea: “En el fondo siempre me ha gustado ser un hombre objeto”.

Es uno de los autores más respetados por público y crítica (y mira que es difícil conseguir esa tormenta perfecta). Pero este autor puede presumir de ello, aunque esta sea una palabra que no encaja en su personalidad. Más que presumir de su éxito, quita importancia a sus logros. Ahora vuelve con El negociado del yin y el yangLas tres leyes del movimiento.Las tres leyes del movimiento Otra enloquecida aventura de su alter ego Rufo Batalla.

“Es mi contraparte, un personaje de la misma extracción social que yo, de la misma formación cultural, con las mismas inquietudes y va siguiendo la trayectoria que yo he vivido. Además, no me he metido en líos con príncipes aspirantes a ningún trono”.

Y su alteza real es Tadeussz Maria Clementij Tukuulo, ahí es nada. “Al menos es fácil de recordar… me refiero a Tu-kuu-lo, ja,ja,ja”. Un personaje mezcla de pícaro y estafador que involucra y manipula al protagonista a su antojo, y al que ni siquiera su autor toma en serio, y eso que ha conocido algunas personas parecidas. “Soy de carácter más bien pasivo, como Rufo -aunque él es más que yo-, por eso me dedico a escribir. He tenido la suerte de tener amigos y conocer a personas que me han metido en muchos líos, y me han planteado situaciones que en su momento me parecían horrorosas, pero que luego he agradecido.

Pregunta. Espero que no sea reconquistar un trono parecido al de Livonia

Respuesta. No te lo voy a contar, pero lo mío es más terrenal, menos imaginativo, pero muy valioso. Yo también tengo esa vida paralela, fantástica, que me dan los libros que escribo.

P. ¿En ellos valora más la originalidad o la creatividad?

R. Si me planteara eso no escribiría nada. Me siento ante el papel y voy andando ese camino que se hace al andar, con algún que otro tropiezo y rotura de pantalón. Me voy contando una historia a mí mismo, y luego procuro que quede arregladita en el libro. Me defino a mí mismo como metódico-caótico y me muevo dentro de unos parámetros donde todo está manga por hombro, pierdo las cosas, las notas…. Así escribo yo. Soy muy desordenado.

P. Leyendo El rey recibe, y ahora su segunda parte, El negociado del yin y el yang, parece que ya no busca novelas de altas pretensiones literarias.

R. Porque lo que quiero contar tiene otro tono, más amigable, de conversación entre amigos. No quiero hacer pura literatura.

P. ¿Y relee sus antiguas obras?

R. ¡Nunca! No lo he hecho nunca. Soy un neurótico, para que nos vamos a engañar. Me encanta leer y releer a los demás, en cambio a mí mismo, ni en pintura.

Me encanta leer y releer a los demás, en cambio a mí mismo, ni en pintura"

Con esa particular manera de expresarse, con esa ironía y ese humor característico de Mendoza, vuelve a contarnos a través de Rufo Batalla algunos de los momentos históricos más importantes del siglo XX en España que el autor vivió. Y El negociado del yin y el yang comienza en 1975, con la muerte de Franco. “Qué suerte tengo, sale mi libro al mercado y sale Franco a hacer propaganda con su semiresurrección”. Y con la muerte del dictador, la llegada de la transición. “Creo que fue ordenada, limpia, pero se dejaron cosas por resolver. Teníamos por delante mucha incertidumbre, muchos temores, muchos presagios…. Pero ahora, el hecho de haber vivido aquella transición me hace sentir satisfecho. Es cierto que podía haber sido mucho mejor, pero no fue una transición del miedo, de la complacencia y de la claudicación. Fue una construcción colectiva, que dada las circunstancias y siendo como somos, no salió mal".

Qué suerte tengo, sale mi libro al mercado y sale Franco a hacer propaganda con su 'semiresurrección”

P. ¿Cree que es más importante que nunca el compromiso de los intelectuales con la actualidad?

R. La verdad es que me he pasado la vida dándole vueltas a este problema. Por una parte pienso que un escritor sólo tiene un compromiso, que es con su obra, con su literatura, de la misma manera que tiene que prescindir de cualquier ideología. Soy poco amigo de símbolos y de significaciones. Pero por otra parte pienso que, nos guste o no, los que escribimos y somos leídos, nos convertimos en referente, y por lo tanto tenemos que implicarnos en cuestiones políticas, salir al paso y decir basta. Esto está mal.

P. Como su tierra, Cataluña.

R. Hemos entrado en un bucle. Hay que acabar con el descontrol en Cataluña. Hay que reprobar los conflictos, los enfrentamientos, porque la violencia, la coacción, la destrucción son ajenos al debate. Quemar cosas no forma parte del debate, ni de la discusión. Pero los cosas difícilmente cambian, difícilmente se arreglan. Espero que algo se recomponga, haya algún entendimiento, arreglos parciales… Confío en eso.

P. Pero el debate público se ha contaminado de pánico, de excitación de urgencia, ¿no cree?

R. Creo que hay algo profundo que está en crisis. Nuestro concepto de la democracia, el modelo económico, esta Europa que hemos creado y ahora queremos desmontar, lo que es un estado, una nación. Todo está en cuestión. Quizá el ruido viene por parte del que lo hace y por parte del que lo escucha. Hay mucho vocerío, pero es que sólo oímos los gritos. Pero hay muchas voces tranquilas que nos hacen reflexionar y que no tenemos tiempo de escucharlas o leerlas.

Ahora vive más tiempo en Londres que en Barcelona y dice que los años le han quitado muchos miedos. Nos confirma que habrá tercer libro con Rufo Batalla y, quién sabe, tal vez, en ese final de la trilogía su personaje viva hasta el procés. “A ver qué ocurre. Creo que tengo cuerda para un libro más”, asegura irónico. Y a la pregunta de si esta trilogía es lo más cerca que vamos a estar de sus memorias, asegura tajante… “La idea de escribir mi biografía de aburre horrorosamente. No tengo nada interesante que contar de mi vida”.