Las gitanas de Lorca rompen los cerrojos de "La casa de Bernarda Alba"

AGENCIA EFE 04/09/2010 11:40

En los últimos meses, el público y la crítica se ha rendido ante estas ocho sevillanas a las que "La casa de Bernarda Alba", de Federico García Lorca, sacó del asentamiento chabolista de "El Vacie", el más antiguo de Europa, y las aupó al escenario bajo la dirección de Pepa Gamboa.

Diez meses después de estrenar la obra de García Lorca en la que Bernarda Alba encierra a sus cinco hijas ocho años en estricto duelo por la muerte de su marido, las ocho comen fideuá en el Palacio de la Magdalena de Santander, tras haber actuado en el programa de actividades culturales de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo.

Lo que empezó como un juego se ha convertido en una aventura que ninguna imaginaba cuando Silvia Garzón, de la compañía Atalaya Teatro, fue a verlas al Vacie y las invitó a ver teatro. "

Cuando salimos de verla le dijimos a la Silvia: nosotras queremos hacer una de éstas", cuenta durante un encuentro con Efe Loli del Campo, Martirio en la obra y la única del grupo que sabe leer "un poco".

"Yo no sé leer y no sé escribir, algunas saben, pero no han cogido el texto para no aprender antes que nosotras", comenta Ana Jiménez, que en la obra interpreta a Magdalena, otra de las hijas de Bernarda Alba.

Durante cuatro meses memorizaron el guión de Lorca: "Lo aprendimos con un juego, tirando una pelota una decía una frase, luego otra decía otra", recuerda Loli del Campo.

Rocío Montero, Bernarda Alba en la obra y madre y abuela en el Vacie, evoca aquellos días: "¡Madre mía! Íbamos por la carretera diciendo el texto, íbamos al Carrefour diciendo el texto... y así aprendimos, poco a poco".

Todas recuerdan con los nervios de la noche del estreno: "Mirábamos detrás de la cortina y veíamos todo aquello lleno", dice Del Campo, que no olvida cómo reaccionó el público: "Se quedaron en silencio y empezaron a aplaudir y a levantarse".

Madrid es la cita que el grupo evoca con más cariño y de la que recuerda más anécdotas: "Un día no nos dejaron entrar en un bar, nos echaron a la calle", relata Ana Jiménez, quien luego añade que el grupo denunció el hecho a la Policía y al cabo de dos días el elenco tomaba "churros con ColaCao" en ese mismo bar.

La visita al Palacio de la Magdalena también ha dado de sí y las chabolistas han podido acceder a las habitaciones reales, habitualmente cerradas al público: "¡Me he sentado en el váter del rey!", exclama Loli, mientras Sandra Ramírez, Angustias en la obra, alababa la comodidad de la cama entre las risas de las demás.

Antes de marcharse, casi corriendo, para tomar el avión que las devuelva de nuevo a su barriada de Sevilla, Montero resume con alegría: "Lo hemos pasado bien, nos han llenado la barriga, vamos a coger un avión y vamos a volar por el cielo", y proclama: "Estamos orgullosas de ser un grupo de gitanas que hace un teatro de García Lorca".

Laura Millan Lombraña