Boris Johnson y los impulsos románticos de su perro: “está todo el tiempo pegado a las piernas de la gente”

  • El perro de Downing Street es conocido por sus 'hazañas' al causar destrozos en el mobiliario de la residencia oficial

  • Boris Johnson visitaba un centro de entrenamiento para perros policía y la conversación terminó girando sobre su mascota

  • Boris Johnson preocupado por los "impulsos románticos" de los perros, incluido el suyo

Los perros al poder. Boris Johnson ha convertido una conversación en torno a su perro y sus "impulsos románticos" en el tema central de una visita oficial. Dilyn es ya una estrella que conocen muy bien los británicos que lo han visto en brazos del jefe del Gobierno hasta en las elecciones.

El primer ministro británico visitaba un centro de entrenamiento para perros policía y realizaba la inspección del lugar. compartiendo con los futuros agentes. Sin embargo, la seriedad le duró poco, porque Boris Johnson dejó perplejos a los presentes con una pregunta: “¿Os preocupan sus impulsos románticos?”

Se refería sin duda a los perros. Una cuestión que remataba confesando su propia experiencia con Dilyn, el perro de Downing Street : “Mi perro está todo el tiempo pegado a las piernas de la gente”, dijo con seriedad mientras sus interlocutores se quedaban entre la media sonrisa y la incredulidad.

Las declaraciones de Boris Johnson no han pillado por sorpresa a los británicos, ya acostumbrados al protagonismo de Dilyn, que es casi tan famoso y excéntrico como su dueño. El can ha acompañado a Johnson a las citas más importantes. Hasta en las elecciones ha sido el centro de atención.

Mascotas presidenciales

Hay que decir que esto de las mascotas presidenciales lo han aupado los presidentes de EEUU que han convertidos a sus perros en personajes. Barack Obama tenía un perro de aguas que siempre estaba en todos los fregados.

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Joe Biden también ha puesto a sus canes en primera línea de la noticia en alguna ocasión. Con Champ y Major . El republicano George Bush también fue fiel a la tradición centeraria, de llenar de mascotas la residencia presidencial. Sólo Trump ha roto con esto de tener un animal en su vida.