Para qué sirve la punta de plástico que cierra los cordones de las zapatillas

  • La punta de plástico o metal que hay al final de los cordones recibe el nombre de herrete

  • Su función más importante consiste en mantener las hebras de tela de los cordones juntas

  • Otra utilidad relevantes es facilitar que los cordones pasen por los orificios del calzado

Multitud de veces te habrás atado los zapatos o zapatillas y habrás visto que al final de los cordones hay una punta de plástico o metal. Pues bien, deberás saber que eso recibe el nombre de herrete. Si bien parece que no tienen mucha utilidad, lo cierto es que cumplen una muy importante función, o mejor dicho varias.

La más importante consiste en mantener las hebras de tela de los cordones juntas, evitando que de deshilachen y la echen a perder. Otra función es la de hacer más fácil pasar los cordones entre los orificios del zapato. Imagina lo difícil que sería meterlos por ahí sin ellos.

Los herretes facilitan la sujeción de cada cordón, haciendo que incluso las puedas coger solo con dos dedos, para que sea más sencillo atarlas. Y por último, es innegable que también hace que el calzado se vea más bonito. No serían lindas ni tan fáciles de manipular si tuviéramos tan solo los cordones deshilachados.

¿Cuándo se comenzaron a usar cordones en los zapatos?

Son una de las cosas más comunes y cotidianas en la vida de cualquier persona en cualquier parte del mundo, aunque lo cierto es que la mayor parte del tiempo, suelen pasar desapercibidos. Los cordones en el calzado son tan simples como indispensables, pues no solo mantienen nuestros zapatos en su lugar sino que a menudo, añaden estilo a cualquier modelito.

Por eso resulta tan curioso preguntarse quien los inventó. Sorprendentemente nadie sabe a ciencia cierta la respuesta a esta pregunta, pues son un objeto que se remonta a varios miles de años de antigüedad. Las culturas más antiguas ya hacían uso de cordones o arreglos por el estilo, para mantener el calzado en su sitio. Los romanos por ejemplo, usaban correas hechas de piel para atarse las sandalias. La gente de Mesopotamia por otra parte, utilizaba cuerdas pequeñas para amarrar trozos de piel en sus tobillos y pies.

Lo que sí se sabe sobre la proliferación de los cordones, es que hubo un hombre que se aprovechó de su inmensa popularidad, mejorando su uso al introducirlos en ojales y colocando un herrete al final para evitar que los hilos se soltaran. Su nombre era Harvey Kennedy y en 1790 revolucionó por completo el mercado, al vender su producto. Gracias a los cordones, Kennedy hizo una fortuna y renovó la industria del calzado al darnos agujetas como las conocemos hoy en día.