Me fui yo solo de vacaciones en verano y me sirvió para darme cuenta de un montón de cosas

  • ¿Cómo prepararte para viajar solo?

  • Los primeros días pueden ser difíciles cuando viajas solo por primera vez

  • Una viaje en solitario es la oportunidad perfecta para descubrirnos mejor a nosotros mismos y conocer mundo

La mayoría de las personas experimentamos sentimientos encontrados al plantearnos hacer un viaje solos. Por un lado, la idea de conocer el mundo por nuestra cuenta y, sobre todo, de autodescubrirnos a nosotros mismos es muy tentadora, pero también es normal experimentar miedo.

Nos asustan los riesgos y peligros de un país extranjero o de una ciudad desconocida, pero lo que de verdad nos angustia es aburrirnos o sufrir ansiedad y no tener a nadie que nos apoye. Esto es lo que pensaba Víctor hasta que decidió coger un avión y hacer una ruta por Italia por su cuenta. Hoy conoceremos su testimonio y todo lo que aprendió gracias a esta experiencia única.

El viaje era lo único que me ataba a mi ex

Me llamo Víctor, tengo 24 años y en julio me fui solo de vacaciones por primera vez en toda mi vida, y debo decir que ha sido mil veces mejor de lo que imaginaba, sobre todo porque este plan surgió tras una pequeña desgracia.

Llevaba organizando un viaje con mi novia a Italia desde hacía meses. Íbamos a pasar cinco días en Venecia, cinco días en Florencia y cinco días en Roma. Eran las vacaciones de nuestros sueños y cuando ya teníamos todo comprado, lo dejamos. En ese momento el viaje fue lo de menos, lo importante era la mudanza y superar la ruptura, pero empezó a pasar el tiempo y las reservas ya estaban hechas. No podíamos cancelarlo porque no nos devolverían el dinero, así que decidí pagarle su parte porque ella no iba a poder ir, y aprovechar el viaje yo.

Al principio le pagué su parte del viaje por no tener eso pendiente. Tras haberlo dejado era lo único que nos ataba por así decirlo, y quería cortar ese vínculo. Mi plan era regalar el billete a mis padres y que disfrutasen ellos del viaje, pero no pudieron ir. Luego intenté buscar a alguien que viniese conmigo, pero con tan poca antelación no encontré a nadie. Estaba solo y tomé la decisión de viajar por mi cuenta.

Los primeros días: a solas con mis emociones

La semana antes del viaje fue muy dura hasta el punto de plantearme no ir y perder ese dinero, pero mi hermano me dijo que tenía que hacerlo porque si no iba me iba a arrepentir. Menos mal que le hice caso.

Mi hermano me acompañó al aeropuerto y cuando me senté en el asiento del avión me puse a llorar. Yo no soy una persona muy emotiva y me cuesta bastante sacar la lagrimita, pero en ese momento me sentí muy solo. Fue una sensación extraña. Durante todo el vuelo no pude parar de llorar y la primera noche en Venecia fue una tortura.

Cuando mi ex y yo lo dejamos, no le di muchas vueltas. Ella ya no estaba enamorada y tenía que aceptarlo. Creo que no supere bien la ruptura y cuando me vi por mi cuenta en otro país todos esos sentimientos afloraron de golpes. Estaba a solas con mis emociones y no fue agradable. Ansiedad, enfado, tristeza… Y todos los recuerdos bonitos de mi relación.

Los primeros días fueron bastante malos. Caminaba por la ciudad con los cascos y música triste, y todo lo que veía me recordaba a ella. Pensaba “seguro que esto le encantaría” y me entraba una angustia tremenda en el pecho. No disfruté de Venecia hasta el último día. Me di cuenta que a veces cuando una persona ya no te ama no hay un motivo. Yo me estaba rebanando la cabeza buscando la razón por la que ya no me quería y por fin entendí que a lo mejor no había una razón porque los sentimientos son así.

Disfrutando de la independencia

Llegué a Florencia con otra actitud y empecé a pasármelo bien. Dejé de aislarme del mundo con mis cascos y me metí de lleno en la cultura de Italia. Visité museos, entré en tiendas raras, hablé con desconocidos e incluso hice amigos en un concierto.

Al estar yo solo recuperé algo que había perdido en mi relación sin darme cuenta: mi autonomía y mi independencia. Yo creo que cuando estamos con una persona, en mayor o menor medida acabamos renunciando a ciertas cosas por ella. Dejamos de conocer gente y de hacer planes que hacemos cuando estamos solteros, aunque esos planes no tengan nada de malo. Como que nos perdemos a nosotros mismos por el camino.

Este viaje me ha ayudado a reencontrarme con una parte de mí que ya ni recordaba, a volver a reír, a perder el miedo y a conocer gente, pero sobre todo a enfrentarme cara a cara a todas las emociones negativas que tanto me asustaban. Le recomiendo a todo el mundo probar esta experiencia y viajar una vez en su vida solos.