Cambiar de hipoteca variable a fija: cómo hacerlo y cuánto cuesta

La guerra en Ucrania ha revolucionado los mercados y las economías mundiales. La inflación sigue en aumento y el conflicto parece no tener un fin cercano. Ante esta situación de incertidumbre, muchos ciudadanos estudian los diferentes tipos de hipotecas para encontrar la mejor, y con ello se plantean cambiar su hipoteca de variable a fija para evitar las variables en los productos bancarios.

¿Se puede cambiar de hipoteca variable a fija?

Cambiar de hipoteca variable a hipoteca fija sí es posible. Para hacerlo debemos optar por algunas de las vías disponibles legalmente para renegociar con el banco, bien con la entidad con la que firmamos el préstamo hipotecario en su día, o bien con una segunda entidad que esté dispuesta a ofrecernos unas condiciones más ventajosas.

Antes de cambiar a una hipoteca fija es necesario tener en cuenta que una hipoteca fija llevará aparejado un tipo de interés más elevado que una hipoteca variable -lo que no significa necesariamente que sea más cara-, ya que la gran ventaja que ofrece es precisamente garantizarte un precio estable durante toda su vida. Esto implica que la entidad sea quien absorba los vaivenes del mercado. Precisamente por este hecho, muchas veces las hipotecas a tipo fijo tienen una duración más limitada: por ejemplo, 15 años como máximo en lugar de 30. Es una manera de reducir el riesgo por parte del banco.

Lógicamente, un préstamo a devolver en menor plazo de tiempo implicará desembolsar una cuota mensual más elevada; de otro lado, cuanto menor sea la duración de la hipoteca, menos intereses acumularás, aunque es importante tener en cuenta todas las variables, incluyendo por supuesto el tipo de interés aplicable. No olvides que las hipotecas funcionan con un tipo de interés compuesto. Además, otra ventaja es que, al acumular el esfuerzo en pocos años, quedarás libre de hipoteca mucho antes, si bien debes respetar la -difícil de cumplir- regla de no gastar más de un tercio de tus ingresos en vivienda.

Los temidos efectos de la inflación en las hipotecas

Lo cierto es que, en el contexto actual, muchas personas temen los efectos de la inflación en sus hipotecas y se plantean pasarse a un producto a tipo fijo. Del mismo modo, quienes están pensando en comprar una vivienda en 2022 tienden a preferir la seguridad de un tipo fijo a la posible volatilidad de un tipo variable.

La consecuencia de este movimiento de la demanda de préstamos hipotecarios es que las hipotecas a tipo variable se abaratan, mientras que las hipotecas a tipo fijo se vuelven más caras. Con todo, habrá que analizar cómo evoluciona el mercado durante los próximos meses, en función de, entre otras cosas, cómo continúe el conflicto en Ucrania.

Cómo pasar de hipoteca variable a fija

Para pasar de una hipoteca variable a una fija, existen tres formas:

  1. La primera -y más sencilla- es una novación hipotecaria, que consiste en negociar con la entidad modificando las condiciones del contrato. En este caso, al pasar de un tipo variable a un tipo fijo, cambiará el coste total del préstamo, y es posible que deban modificarse otros aspectos en el camino, como el plazo de devolución. Por ley, la comisión de novación que puede cobrarte tu banco será como máximo del 0,15 por ciento durante los tres primeros años de la hipoteca, desapareciendo a partir de esa fecha. Muchas entidades optan por no cobrarla.
  2. Otra opción es la subrogación del acreedor, algo más complicada. Se trata de pasar nuestra hipoteca a otro banco (el acreedor) y, para ello, deberemos haber negociado previamente con otra entidad. Es importante tener en cuenta que puede existir una cláusula en nuestra hipoteca que nos obligue a pagar una comisión en caso de dar este paso. Si es así, deberás tener en cuenta esta suma a la hora de calcular si la operación que te planteas es verdaderamente rentable. La comisión por subrogación es idéntica a la de la novación.
  3. La última opción es cancelar la hipoteca y firmar una nueva que cuente con un tipo de interés fijo en lugar de variable. Tal y como explica Idealista, se suele optar por esta opción cuando, además, queremos ampliar el préstamo por cualquier motivo (por ejemplo, una reforma en casa). Esta operación es la que más cara puede costarte: la comisión por cancelación puede llegar hasta el 1 por ciento del precio de la hipoteca, sin olvidar los impuestos y gastos que se generan al formalizar un nuevo préstamo de este tipo.