Ahorro

Calidad menguante: cómo identificar compras en las que realmente merecen la pena gastar más

La obsolescencia programada: Entre la producción y el consumo sin límites
La obsolescencia programada: Entre la producción y el consumo sin límites. Telecinco.es
Compartir

Vivimos en una era definida por la calidad menguante: productos cada vez menos duraderos, servicios más endebles y una trayectoria creciente hacia lo desechable. En un contexto donde muchas intervenciones consumistas resultan efímeras, gastar un poco más en lo realmente duradero puede convertirse en una inversión de futuro. Pero, ¿cómo diferenciamos lo transitorio de lo verdaderamente valioso?

La obsolescencia programada y la fabricación barata

Desde bombillas hasta smartphones, la vida útil de los productos se distribuye según patrones premeditados. La obsolescencia programada no es solo una teoría. Sin ir más lejos, cada vez más dispositivos incluyen baterías no intercambiables, soldaduras que impiden las reparaciones o políticas de soporte que se acaban tras uno o dos años de uso. Esta espiral de consumo genera más de 60 millones de toneladas de residuos electrónicos al año, ampliando la huella de carbono y el impacto ambiental.

PUEDE INTERESARTE

Invertir un 30% adicional en un producto con diseño que permita reparaciones, componentes intercambiables y ofrezca soporte prolongado, puede suponer una reducción de emisiones notable a largo plazo. En España, duplicar la vida útil de móviles y portátiles evitaría hasta 28 millones de toneladas de CO₂, según datos de Amigos de la Tierra y la Universidad de Zaragoza.

Un pantalón que pierde costuras tras un lavado, un frigorífico con puertas que ceden, una lavadora que zumba… son señales de que su fabricación no ha sido precisamente concienzuda. Modelos fabricados con metales ligeros, plásticos de bajo grosor o electrónica encapsulada no piden que se les haga una reparación, sino que se les sustituya. 

PUEDE INTERESARTE

En cambio, aquellos que tienen cierres metálicos, motores silenciosos o etiquetas energéticas con QR ofrecen transparencia, control de consumo real y mayor esperanza de vida útil. Un electrodoméstico con repuestos disponibles dura más y genera menos residuos. La directiva europea exige que estén disponibles repuestos y manuales de reparación durante diez años. 

La importancia de las etiquetas y certificaciones

La etiqueta energética es una brújula: los modelos A–G o con certificación ENERGY STAR indican eficiencia real. Pero hay que fijarse en el consumo comparativo anual según etiqueta y QR. También hay que valorar las etiquetas ecológicas certificadas, como Global Organic Textile Standard o materiales reciclables, que discrepan del marketing de moda rápida.

Comparando precio vs. uso real

No todos los sobrecostes están justificados. Un teléfono de gama media puede responder bien durante dos o tres años. En cambio, una olla con recubrimiento premium o una herramienta profesional usada a diario podría rentar su sobreprecio varias veces. El truco: pondera la relación entre precio, frecuencia de uso y vida útil estimada.

Para esto también te puedes valer de las comparativas entre modelos equivalentes dentro de cada rango de precio, y las reseñas de otros usuarios que puedan darte pistas de la durabilidad real del artículo que estás pensando adquirir.

Distinguir entre lo efímero y lo duradero es un arte de consumo responsable. Gastar un poco más puede suponer una ganancia mayor: menos residuos, menor impacto climático y mejores rendimientos. No se trata de prescindir de lo cotidiano, pero sí de navegar al margen del derrumbe técnico.

Porque un consumidor que elige con criterio, no con prisa, transforma cada euro en gesto de sostenibilidad, eficiencia y conciencia. Ese es el verdadero valor de gastar más solo cuando realmente merece la pena.