La factura de la violencia en Cataluña suma ceros: Un millón y medio de euros y subiendo

  • Los transportistas ya han calculado pérdidas de 25 millones al día

  • Seat dejará de fabricar hoy 3.800 coches

  • La venta de entradas ha caído a la mitad

Los empresarios ya han alzado la voz y han dicho basta. El daño a la imagen de Cataluña en esta semana negra tras la sentencia del procés es terrible y puede durar. No es solo lo que van a costar los destrozos, los vuelos cancelados, los comercios cerrados y que ven cómo los turistas se preguntan si han venido realmente a España.

La factura económica que deja la violencia nocturna va sumando ceros. Un millón y medio de euros en Barcelona por los contenedores quemados o el pavimento destrozado. Eso en costes contantes y sonantes. También se ha calculado el coste de los daños en Tarragona y Lleida, que por el momento ascienden a 150.000 y 80.000 euros respectivamente. Son consecuencias dramáticas para el turismo aunque muchos comerciantes ya se enfrentan a los manifestantes a pie de calle por que ya se notan las pérdidas.

Además hay 150 vuelos cancelados desde el lunes y cientos de turistas que no han desembarcado de sus cruceros. Afectados también los comercios y otro sector estratégico en jaque: los transportistas, que ya han calculado pérdidas de 25 millones al día. El mundo de la cultura también lo nota. La venta de entradas ha caído a la mitad y se han cancelado conciertos, aunque es pronto para calcular el impacto de la huelga empieza el baile de cifras. En Seat dejarán de fabricar hoy 3.800 coches. Hablamos de uno de los pulmones económicos de la zona y el hecho de que se vea obligado a cerrar por no poder garantizar la seguridad de los empleados causa pavor.

Es la otra cara de la revolución de las sonrisas que va a presentar una factura cara. Y el gran drama es que estamos ante una factura que va para largo, porque los organizadores de Congresos, eventos, los directivos que deben invertir en empresas, los fondos de inversión miran ahora Cataluña desde otro prisma. Si los jubilados del Imserso ya han dicho que a Cataluña no, esa sensación puede crecer.