¿Cómo afecta tu jubilación la relación con tus hijos? Consejos para que tu retiro no se convierta en problema
La importancia de marcar límites debería contrarrestar la mayor disponibilidad que se tiene al retirarse de la vida laboral activa. La comunicación previa es clave para evitar malos entendidos.
Cómo redefinir tu identidad tras la jubilación: consejos para entender quién eres ahora
La relación de una persona con sus hijos es diferente con el paso de los años y evoluciona en cada etapa de la vida, incluyendo la jubilación. El nuevo estado que tenemos cuando ha llegado la hora de decir adiós a la vida laboral puede modificar ciertas dinámicas y tensar las relaciones paterno-filiales debido a aspectos como la mayor disponibilidad que da tener más tiempo libre. A continuación vamos a analizar cómo puede afectar la jubilación a estas dinámicas familiares y qué consejos dan los expertos para ayudarte a afrontar esta transición.
La importancia de marcar límites
La llegada de la etapa de la jubilación supone un proceso de redefinición de tu identidad en el que los límites de las relaciones pueden difuminarse y generar confusión durante este tiempo. Es importante recordar que la dinámica con tus hijos no siempre se limitará a la crianza. Tus hijos adultos toman sus propias decisiones y forjan su propio camino. Al forjar tu propio camino en la jubilación, recuerda que esto no significa que ya no te necesiten. Simplemente significa que estás asumiendo un nuevo rol como guía, mentor y, sobre todo, como un gran amigo. Ahora es el momento de felicitarte por el excelente trabajo realizado al criar a un hijo autosuficiente que se ha convertido en un adulto plenamente funcional.
Cuando llega ese momento de la retirada laboral, tanto tú como tus hijos ya son adultos, por mucho que ellos tengan algunos años menos. Es por ello que no debería suponer un drama el hecho de recordar —por ambas partes— cuáles son los límites de cada uno. Esto es fundamental para evitar malos entendidos y fomentar una relación social saludable. Es beneficioso establecer límites claros para cosas como dar y recibir consejos no solicitados y respetar el tiempo de cada uno.
Puede que tu agenda se haya liberado durante la jubilación, pero hay que recordar que esto solamente sucede por una de las partes, ya que lo más probable es que la de tus hijos no haya cambiado. Las visitas sin previo aviso pueden considerarse una violación de esos límites. Esto también funciona en el sentido contrario. El hecho de estar jubilado no significa que no tengas control sobre tu propia agenda. Asegúrate de expresar tu opinión si sientes que alguien no valora tu tiempo. No tiene por qué ser una confrontación. Se recomienda recordar los límites con tacto.
Un problema adicional puede ser cuando hay nietos, pues equivocadamente puede asociarse el mayor tiempo libre y la disponibilidad añadida como un recurso habitual para que hagas de 'jubilado canguro'. Nuevamente, es importante marcar los límites incluso antes de que se produzcan los conflictos a este respecto, ya que puede acabar siendo un tema delicado a nivel familiar y es mejor poner la tirita antes siquiera de que haya herida. Habla con tus hijos y marca cuál es tu nivel de disponibilidad para ejercer de abuelo y si quieres, o no, que algo cambie con respecto a antes de jubilarte o prefieres que todo siga igual aunque tengas más tiempo libre. Nadie debería juzgarte ni hacerte sentir presionado.
A menudo, los abuelos reciben peticiones inesperadas para ayudar con sus nietos y esa sensación de salvador puede hacerte sentir realizado como abuelo en alguna ocasión puntual, pero si se convierte en habitual, puede que no te agrade tanto estar en esa sensación constante de estar sujeto a la imprevisibilidad de lo que pase con tus nietos. Decidir entre ambas partes cuánto tiempo puedes dedicarles y cuándo podrías modificar tus planes para adaptarte a la familia puede generar estrés y tensión, ya que los abuelos no suelen querer decepcionar a sus hijos (y mucho menos a sus nietos). Hablad en la unidad familiar sobre límites y expectativas, de modo que tus hijos se sientan cómodos al pedir ayuda y tú puedas sentirte igual al decir que sí o que no.
La comunicación familiar es la clave
Sea cual sea los límites a los que se llegue en conjunto, hay que recordar algo muy importante: padres e hijos reman conjuntamente por el bien familiar. Por tanto, apoyaos mutuamente. Recuerda que el apoyo es mutuo. Permite también que tus hijos adultos te apoyen cuando lo necesites, porque puedes necesitar también de su ayuda, consuelo o compresión, sobre todo al inicio de esta nueva etapa, en la que todavía estés un poco perdido y a la búsqueda de propósito vital nuevo. Este apoyo mutuo puede fortalecer la confianza y el vínculo entre todos.
Además, aprende —y que aprendan ellos— a aceptar las diferencias. No siempre ambas partes estarán de acuerdo y, en algún momento, inevitablemente surgirán diferencias de opinión. Puede ser difícil abandonar la dinámica de “te digo qué deberías hacer”, porque siempre vas a querer aconsejar qué crees que es lo mejor para ellos, pero ni necesariamente funciona tan bien cuando ambos sois adultos, ni ahora que tienes más tiempo libre puede ser bien recibido. De hecho, puede que incluso parezcas demasiado entrometido. Esta puede ser una de las partes más difíciles de vuestra relación, pero aprender a respetar la opinión del otro realmente la fortalecerá.
Aprovecha tu nueva situación para dedicar un preciado tiempo a conectar con ellos. Antes de la jubilación puede que cuadrar horarios y encontrar huecos para pasar tiempo juntos entre generaciones fuese poco más que una utopía, pero ahora podrás tener más tiempo para estrechar lazos y compartir momentos. Siempre que se respeten los límites, esta nueva etapa puede ser maravillosa para recuperar, aunque solamente sea de forma parcial, el tiempo perdido por la alta ocupación en época laboral.
