Jubilación

La "inflación silenciosa" que devora tu pensión: 5 gastos imprevistos de la jubilación que nadie te cuenta

Una jubilada sumando gastos mensuales. Freepik
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La jubilación es un momento anhelado en la vida de cualquier trabajador: después de décadas de esfuerzo, llega la hora de disfrutar del descanso merecido. Sin embargo, la tranquilidad financiera que muchos esperan se ve amenazada por una realidad poco comentada: la inflación silenciosa y los gastos imprevistos que pueden devorar la pensión. Esta merma del poder adquisitivo no siempre se percibe de inmediato, pero puede tener consecuencias devastadoras en el largo plazo, especialmente en un país donde el coste de la vida no deja de aumentar y las pensiones apenas se revalorizan al ritmo de la inflación.

La inflación, enemigo silencioso de los jubilados

Cuando se habla de inflación, la mayoría de las personas piensa en la subida de precios en bienes y servicios cotidianos. Sin embargo, para los jubilados la inflación tiene un efecto especialmente nocivo, ya que sus ingresos suelen ser bastante fijos y no crecen al mismo ritmo que el coste de la vida. A menudo, las pensiones públicas apenas se revalorizan conforme al índice de precios al consumo (IPC), y las pensiones privadas, en muchos casos, permanecen estáticas o se ven mermadas por comisiones y rendimientos inferiores a la inflación.

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Si bien un pequeño incremento anual en los precios puede parecer insignificante, el efecto acumulado a lo largo del tiempo es demoledor. Por ejemplo, si una persona se jubila con una pensión de 1.200 euros mensuales, en un escenario de inflación media del 3% anual, en 10 años esos mismos 1.200 euros tendrán el poder de compra equivalente a unos 900 euros actuales. El problema se agrava si consideramos que ciertos gastos, especialmente los relacionados con la salud y la dependencia, tienden a crecer por encima del IPC general.

A esto se suma el fenómeno conocido como “inflación silenciosa”, que ocurre cuando ciertos productos van subiendo progresivamente de precio, minando gota a gota la capacidad de gasto que aporta la pensión. Esto es especialmente notorio en servicios esenciales para los mayores, como la atención médica, el transporte o los servicios domésticos. Así, los jubilados no solo deben afrontar el encarecimiento de la vida, sino también la menor (o peor) cantidad de los servicios que reciben por el mismo dinero.

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Por otra parte, la estructura de gastos en la jubilación cambia radicalmente. Muchos piensan que dejar de trabajar reducirá sus gastos de forma considerable, pero la realidad es que algunos gastos desaparecen para ser sustituidos por otros, muchas veces inesperados, que suelen ser más difíciles de prever y gestionar. Los expertos en planificación financiera insisten en la necesidad de anticipar estos gastos ocultos, ya que pueden desequilibrar cualquier presupuesto.

Los 5 gastos imprevistos que pueden devorar tu pensión

Más allá de la inflación, existen gastos que rara vez se consideran al planificar la jubilación, pero cuya aparición es más frecuente de lo que se piensa. A continuación, detallamos cinco de los más importantes:

  1. Gastos médicos no cubiertos por la Seguridad Social: aunque el sistema sanitario español es uno de los más completos de Europa, no todo está cubierto. Prótesis dentales, gafas, audífonos, tratamientos fisioterapéuticos o determinados medicamentos quedan fuera de la cartera básica de servicios, suponiendo un desembolso inesperado y, en ocasiones, elevado. Por ejemplo, una simple prótesis dental puede costar varios miles de euros, y el uso de gafas o audífonos se vuelve casi imprescindible a medida que se envejece. Además, las listas de espera en la sanidad pública pueden llevar a muchos jubilados a recurrir a la sanidad privada para agilizar pruebas o tratamientos, lo que implica gastos adicionales.
  2. Reformas y adaptaciones en el hogar: el envejecimiento puede obligar a realizar reformas en la vivienda para adaptarla a nuevas necesidades: instalar una ducha accesible, eliminar barreras arquitectónicas, colocar pasamanos o rampas, o incluso cambiar la distribución de las habitaciones. Estos cambios, imprescindibles para garantizar la autonomía y la seguridad, pueden suponer una inversión importante. Además, si se opta por mudarse a una vivienda más accesible o a una residencia, los gastos asociados se multiplican.
  3. Ayuda doméstica y cuidados personales: a medida que avanza la edad, las tareas domésticas cotidianas pueden convertirse en un reto. Contratar ayuda para la limpieza, la cocina o el cuidado personal se vuelve, en muchos casos, una necesidad. Si la dependencia aumenta, los servicios de asistencia domiciliaria o la contratación de cuidadores pueden representar un gasto fijo mensual significativo, que no siempre está cubierto por las ayudas públicas. El coste medio de una ayuda a domicilio en España ronda los 15-20 euros por hora, lo que puede suponer cientos de euros al mes. En el caso de un cuidado completo, puede oscilar entre 1,500 y 3,000 euros al mes, dependiendo de las necesidades específicas y la cualificación del cuidador, por lo que la pensión no sería ni siquiera suficiente.
  4. Imprevistos familiares: apoyo económico a hijos o nietos: aunque la jubilación debería ser una etapa dedicada al disfrute, no son pocos los abuelos que se ven obligados a ayudar económicamente a hijos o nietos ante situaciones de desempleo, separación o dificultades económicas, convirtiendo su pensión en un pilar en el que otros allegados se sustentan. Esta solidaridad intergeneracional, profundamente arraigada en la cultura española, puede mermar considerablemente los ahorros y la pensión disponible, especialmente si se convierte en una ayuda recurrente.
  5. Encarecimiento progresivo de los seguros de vida: el envejecimiento es el principal catalizador que reconfigura los precios de estas coberturas esenciales, sometiendo las economías de los mayores a una presión creciente. Las compañías aseguradoras cuentan con un modelo de negocio que se basa en la evaluación de riesgos: a mayor probabilidad de siniestro (en este caso, el fallecimiento), mayor es la prima que debe abonar el asegurado. Por tanto, a medida que pasen los años puede que la cuota del seguro empiece a incrementarse bastante por encima del IPC y de la revalorización de la pensión, haciendo que cada mes “se gane menos” cuanto más progresa esta cuota.

En definitiva, la jubilación requiere una planificación más realista y completa, teniendo en cuenta tanto la inflación como los gastos imprevistos que pueden aparecer en cualquier momento. La clave está en anticiparse, ahorrar en la medida de lo posible y revisar regularmente el presupuesto para evitar que estos “gastos invisibles” devoren el fruto de toda una vida de trabajo. En un contexto de subida de precios y pensiones congeladas, estar preparado es más importante que nunca.