¿Cómo afecta el frío y el calor a los cuadros? Pues igual que a los seres humanos

Celia Molina I REUTERS 24/01/2017 16:58

El dormitotio de Arlés, Vicent Van Gogh

No sabemos lo importante que es la climatización de un museo hasta que se estropea. Mucho más cuando, de ventanas para fuera, nieva y sopla un viento polar muy inusual, como ocurrió la semana pasada en Italia. El fallo de la temperatura ambiente y el consecuente cambio de humedad activó las alarmas de la famosa Pinacoteca de Brera, cuyos cuadros podrían sufrir una relativa 'caída del color'. Y así pasó.

Aunque la mayoría de ellos fueron protegidos con papel japonés (el Cristo alla colonna era una prioridad) un número indeterminado de pinturas registraron pequeños levantamientos. ¿Por qué? Pues porque, como si tuvieran vida, sus fibras notaron que algo no iba bien. “Lo que le afecta a los cuadros es la oscilación, los cambios bruscos de humedad relativa y de temperatura. Si tú tienes un cuadro expuesto en Asturias, donde hay mucha humedad, durante 300 años (cuando el cuadro ya se ha acostumbrado) , y, de repente, te lo llevas a Sevilla, que es una ciudad muy seca, la pintura sufrirá ese cambio, igual que lo hacemos los humanos”, nos concreta Natalia Martín, una de las restauradoras del Museo del Prado de Madrid.

El beso, de Gustav Klimt

Hay que explicar que no es la pintura misma la que reacciona. "Los cambios bruscos no se notan tanto en la obra pictórica en sí –que está cubierta por aceite de linaza y eso la protege- como en el soporte. Debemos tener en cuenta que las obras se plasman sobre tela y la tela es una materia orgánica, sensible a la humedad y a la sequedad del ambiente. Cuando la tela se tensa o se destensa por su causa, inevitablemente, la pintura también lo hace y de ahí el riesgo de que pierda adhesión y se desprenda”.

La Urraca, de Claude Monet

Lo mismo ocurriría en el caso de la madera, que también es materia 'viva'. Las tablas, por el reverso del cuadro, están al aire libre y por ahí pueden coger agua y deformarse. Esto es algo aplicable no sólo a los museos, también a todas las casas donde, por suerte, se tengan obras de arte en la pared.

“Lo que, probablemente, pasó en Brera (Milán) es que, al estropearse la climatización, las condiciones ambientales del museo cambiaron y, viéndose afectados por el frío del exterior, los cuadros corrían el riesgo de craquelarse o deteriorase. En El Museo del Prado, la temperatura ambiente está muy contralada, las salas de climatización son unas naves gigantescas", aclara Natalia.

De hecho, las condiciones recomendadas son entre 20º y 22º grados, 40-45 de humedad relativa y no más de 150 luxes de iluminación.

Ya lo sabéis.