Ni borrascas ni frentes: el porqué de tanto granizo peligroso

eltiempohoy.es 07/05/2018 12:51

Puede parecer contradictorio, pero el granizo, junto al polen y a las tormentas, es una de las cosas más típicas de la primavera. Arrojadas desde lo más alto, estas bolas de hielo pueden llegar a pesar un kilo y tener un tamaño de 18 cm de ancho y 48 cm de largo.

Esta semana, podríamos encontrarnos de hecho con tormentas de granizo 'severas', tal y como las ha definido la AEMET, en algunas regiones de todo el país, especialmente del noreste e interior peninsular, con pelotas de hielo que superarán fácilmente los 19 milímetros de diámetro.

Su origen no está en borrascas y otros fenómenos similares, sino en las nubes de evolución, concretamente en los cumulonimbos. Son las típicas nubes de tormentas, uno de los tipos más espectaculares e imponentes que existen.

¿Cómo se forman?

Si normalmente clasificamos las nubes en bajas medias y altas, el cumulonimbo abarca todas esas capas porque es una nube de desarrollo vertical, cuyo crecimiento va en esa dirección hasta alcanzar hasta 10 o 12 kilómetros de altura (sí, kilómetros). Llega a su máximo desarrollo cuando se topa con el límite de la troposfera, la tropopausa, y al no poder seguir subiendo se expande horizontalmente adquiriendo ese aspecto de yunque.

Pero lo interesante es saber por qué crecen, es decir, qué elementos intervienen en la formación de los cumulonimbos. Por un lado, necesitamos aire frío en altura y, por otro, una masa de aire cálida que comience a subir. A partir de cierta altitud, el vapor de agua que contiene comenzará a condensarse, apareciendo la nube. Luego seguirá subiendo mientras siga encontrando aire más frío a su alrededor.

Mientras, en su interior predominan las corrientes de aire ascendiente que mantienen en suspensión las gotas y el hielo, que juntas forman el granizo, hasta que llegado un momento se desparraman dejando precipitaciones rápidas e intensas.

Esta explicación coincide perfectamente con el escenario tan primaveral en el que nos encontramos. Por un lado, está haciendo verdadero calor, que se ha acumulado en la superficie. Por otro, la temperatura en las capas altas sigue siendo fría. Resultado: nubes de evolución y tormentas de granizo severas.