A la espera de que un barco le rescatara, el joven pasó el primer día disfrutando de la soledad que tiene la mar, pero esta sensación de tranquilidad se truncó cuando vio que ninguna embarcación se cruzó con él. "El segundo día no fue para nada divertido", sentenció.
Así, se tiró tres días enteros en el mar, sin más medios que su bañador y una colchoneta. No tenía agua, ni comida, y encima estaba navegando a 40ºC. En ese tiempo sí pudo ver dos barcos, pero ellos a él no, lo cual le llevó a la máxima desesperación.
Tras 64 kilómetros, al final, 'vio la luz' gracias a los guardas fronterizos de Crimea. Su preocupante estado de salud por deshidratación y agotamiento por al sol hizo que los policías lo llevaran de inmediato al hospital, donde se recuperó.